La higiene de los espacios en los que se desarrollan las actividades cotidianas es un factor básico para mantener la salud, pues un ambiente contaminado puede acarrear diversas consecuencias.
En el caso de la cocina, la limpieza es especialmente necesaria por ser el área de preparación de alimentos. El aseo diario puede minimizar los gérmenes y, de ese modo, reducir los riesgos de contraer una enfermedad causada por los alimentos.
De acuerdo con la Academia de Dietética y Nutrición de los Estados Unidos, existen algunos consejos básicos que deben observarse para que la cocina sea un lugar seguro.
En primera instancia, recuerda que no debes colocar sobre los muebles de la cocina objetos que no pertenezcan a esta área, como bolsas, la mochila o el correo.
Lava completamente las superficies de trabajo antes de preparar los alimentos. Lo ideal es que utilices agua caliente y jabón, que procures repetir esta labor con frecuencia y que limpies inmediatamente cualquier alimento que derrames.
Todos los trastes y utensilios de cocina deben estar limpios. Si usas un lavavajillas procura emplear el ciclo de calor y asegúrate de que estén bien enjuagados. Mientras cocinas, puedes lavar, por ejemplo, las tablas y los cuchillos para evitar que los microorganismos se multipliquen.
Debes lavar con regularidad las toallas que usas para secar los platos. Hazlo con agua caliente en la lavadora y sécalas antes de usarlas. De igual forma, puedes limpiar las esponjas sucias en una solución de agua con cloro o, en su defecto, tirarlas.
Revisar que todos tus equipos para preparar, servir y almacenar alimentos estén en buen estado y tapar los botes de basura, son también aspectos importantes. Asimismo, la FAO recomienda no olvidar la importancia de la higiene personal, así que lávate las manos (hasta el codo) antes de tener contacto con la comida.
Vía: HealthDay News, FAO, OMS