Después de una lesión, enfermedad o cualquier período prolongado de inactividad, la pérdida de masa muscular puede ocurrir más rápidamente y provocar lo que se conoce como atrofia muscular. Las consecuencias de esta son mayor debilidad, falta de equilibrio e incluso fragilidad.
Asimismo, la atrofia muscular puede ocurrir por una enfermedad que afecta principalmente a los músculos, como la polimiositis (una enfermedad inflamatoria autoinmune). Las enfermedades que roban energía a los músculos, como el cáncer y la desnutrición, son otras causas.
Pero la pérdida de masa muscular se debe con mayor frecuencia a atrofia fisiológica, que ocurre cuando las personas no usan sus músculos lo suficiente durante un período prolongado. Además de una lesión o cirugía, la atrofia fisiológica puede ocurrir debido a la osteoartritis, que dificulta mantenerse activo y, en consecuencia, llevar un estilo de vida sedentario.
Con base en lo anterior, la atrofia muscular puede provocar:
- Debilidad en las extremidades superiores, incluida la dificultad para levantar los brazos o alcanzar objetos altos.
- Dificultad para hacer cosas con las manos, como abrir frascos, sostener un bolígrafo, escribir en un teclado, abrocharse una camisa o atarse los cordones de los zapatos.
- Espasmos musculares y calambres.
- Problemas de equilibrio.
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La atrofia muscular no siempre ocurre después de un revés físico. La forma en que te afecta un período de inactividad depende de tu estado de salud previo, tu nivel de actividad y la cantidad de masa muscular. «A los hombres que realizan actividad física con regularidad les resulta mucho más fácil prevenir la atrofia muscular, incluso si no están de pie por un tiempo», señaló Jodi Klein, terapeuta física en el Hospital Brigham and Women’s.
La experta también destaca que una interrupción repentina de la actividad es como pisar el freno y puede ser bastante discordante para el cuerpo. «Incluso una atrofia muscular menor puede causar cierta pérdida de fuerza y movimiento y dificultar la actividad», agregó Klein.
Por ello, si crees sufrir atrofia muscular, habla con tu médico para que te ayude a establecer un plan de tratamiento adecuado para ti.