Por temor a que aumente el dolor y la hinchazón, los pacientes con artritis reumatoide tienden a evitar el ejercicio. Si bien es comprensible, representa un grave error. De acuerdo con expertos de Mayo Clinic, la actividad física tiene el gran poder de fortalecer los músculos, los cuales brindan apoyo a las articulaciones —al tiempo que mejoran la flexibilidad—.

Como si eso fuera poco, el ejercicio ayuda a reducir la fatiga, así como el riesgo de depresión. Además, disminuye las probabilidades de desarrollar otra enfermedad degenerativa, como la diabetes y las enfermedades del corazón, dos trastornos que acortan la vida y que, frecuentemente, acompañan a la artritis.

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¿Cómo comenzar?

Realiza una rutina semanal que incluya:

  1. Estiramientos. Calienta los músculos con 5 minutos de movimiento ligero. Realiza una serie de estiramientos para apuntar a todos los grupos musculares. Sostén cada estiramiento por 20 segundos. El yoga y el tai chi son actividades específicas que aumentan la flexibilidad e incluso pueden ayudar a aliviar el estrés emocional de la AR.
  2. Ejercicio cardiovascular. Las actividades de bajo impacto son las más apropiadas para tus articulaciones; en comparación con aquellas de intensidad elevada, como correr. Caminar es una buena opción, pero los entrenamientos de natación y agua ponen aún menos estrés en las extremidades.
  3. Ejercicio de resistencia —para fortalecer los músculos—. Puedes usar bandas elásticas si no aguantas cargar peso. Presta especial atención a los músculos que rodean las articulaciones más afectadas por la artritis, sin descuidar los otros grupos musculares.

Para aprender los conceptos básicos, toma una clase o trabaja con un instructor. De igual forma, asesórate con tu reumatólogo o fisioterapeuta, con la finalidad de desarrollar un plan individualizado.

 

Vía: Health Library