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Son muchas las personas que tienen una especie de pánico o temor por el hecho de recibir una inyección. Si esto sucede en personas adultas, es común que los bebés puedan llegar a sentirse ansiosos o temerosos cuando deben recibir una vacuna.

Sin embargo, es de suma importancia que los padres lleven a sus hijos pequeños a recibir sus respectivas vacunas pues, aunque pueden ser difíciles de soportar, las ventajas que aportan a la salud superan con creces el pequeño sacrificio que pueden suponer.

La buena noticia es que los padres de familia pueden hacer mucho para lograr que la experiencia de recibir una vacuna le resulte a su bebé menos dolorosa y estresante.

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En menores de un año de edad, los especialistas sugieren que los padres de familia llevan a cabo acciones como las siguientes para tranquilizar a su bebé durante la aplicación de una vacuna:

1. Envolverlo en una sábana o manta inmediatamente después del pinchazo. También se lo puede envolver antes del pinchazo, siempre y cuando se dejen libres los brazos y las piernas del bebé para que el médico lo pueda vacunar.

2. Colocarlo de costado o sobre el estómago.

3. Sisearle al oído.

4. Mecerlo en sus brazos o en un mecedor infantil.

5. Darle la oportunidad de succionar (sea tomando del pecho materno o succionando de un biberón o chupete).

De acuerdo con investigaciones al respecto, hacer por lo menos cuatro de las anteriores conductas reduce de forma considerable la cantidad de tiempo durante el cual lloran los bebés después de que les pongan una inyección.

En el caso de niños mayores de un año, es posible que las conductas de envolver y de sisear al oído no sean una buena opción. En su lugar, los padres pueden intentar dejar que el niño se le siente en el regazo durante la vacunación, mientras lo distrae con un juguete, libro o canción.

Finalmente, los padres deben tratar de no manifestar preocupación, pues los niños se pueden contagiar de la ansiedad que perciben en sus padres y se pueden poner ansiosos ellos también.

 

Vía: Kid’s Health