Ser padre de familia es sinónimo de afrontar diversos retos, desde garantizar en medida de lo posible la salud integral de un hijo, hasta educarlo de la forma correcta. Este camino puede llegar a estar lleno de obstáculos, y uno de ellos es la rebeldía infantil.
Se conoce como rebeldía infantil a la etapa de desarrollo en donde un niño se niega a seguir las instrucciones de sus padres y/o figuras de autoridad (hermanos mayores, profesores, abuelos, etc.).
Es un periodo completamente natural que suele aparecer en varias etapas del desarrollo de los hijos. Los periodos de rebeldía más importantes, según expertos, se dan en niños de entre 2 y 6 años de edad, así como durante la adolescencia.
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La rebeldía aparece principalmente en estas etapas debido a que es cuando en la mayoría de los menores aparece la voluntad propia. El niño quiere imponer su voluntad y, para lograrlo, descubre las habilidades de argumentar para hacer lo que él considera correcto y reafirmar su personalidad.
Detonantes
Si bien es una etapa natural en el desarrollo infantil, también es cierto que existen algunos escenarios que detonan la aparición de la rebeldía. Los principales son:
-El nacimiento de un nuevo hermano.
-La separación de los padres.
-Cambio de hogar (casa, ciudad o país).
-Cambio de escuela.
En la medida en que los padres identifiquen alguno de estos factores como causantes de la rebeldía infantil, será más sencillo encontrar una solución y encausar su comportamiento.
¿Cómo afrontarla?
La rebeldía puede ser afrontada por los padres de familia con las siguientes acciones:
1. Establecer reglas claras y apropiadas a la edad de los niños.
2. Evitar reírse de las travesuras o contestaciones inadecuadas de los hijos (hacerlo trasmite el mensaje de que es algo correcto).
3. No permitir gritos ni faltas al respeto (de los hijos hacia los padres o viceversa).
4. Durante las discusiones hablar con un tono de voz firme pero sin gritar.
5. Plantear distintas posibilidades para la solución de un problema.
6. Reforzar las conductas positivas cada vez que ocurran con un refuerzo positivo, como elogios, besos y caricias.
7. Evitar los castigos como medida correctiva.
8. Escuchar lo que los niños tienen que decir sobre su comportamiento. Los padres no deben imponerse sin haber oído primero sus razones.
9. Evitar entrar en una disputa directa con los hijos. Si los ánimos se han elevado, lo mejor es darse un tiempo para respirar antes de continuar la discusión.
Vía: Mejor con Salud