Gracias a su capa externa —conocida como esmalte—, los dientes nos permiten comer y beber, disfrutando al máximo de esa experiencia. Sin embargo, esa misma estructura puede desatar un escalofrío y provocar dolor al comer alimentos fríos.
Para entender por qué sucede esto, es importante conocer la estructura dental. Los dientes están formados por varios tejidos. En primer lugar, encontramos la corona, que es la parte visible y está formada por el esmalte, mismo que carece de capacidad regenerativa.
En segundo lugar, identificamos la raíz, parte de los dientes que no se ve al abrir la boca porque se encuentra en el interior de la encía. Por debajo del esmalte y formando la raíz, se encuentra la dentina. Esta zona está surcada por microtúbulos que ayudan a amortiguar las fuerzas que inciden sobre la corona.
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Por su parte, la dentina rodea la parte más blanda y delicada del diente, denominada pulpa dental, donde encontramos las terminaciones nerviosas y los vasos sanguíneos. Por último, en el borde entre estas dos capas, y en íntimo contacto con las terminales de las neuronas sensoriales, se encuentran los odontoblastos, encargados de regenerar la dentina a lo largo de la vida.
La estructura de los dientes y los tejidos que los forman les confiere la capacidad de cortar, triturar y masticar. El problema viene cuando esta capa se daña como consecuencia, por ejemplo, de la presencia de caries, enfermedades inflamatorias de las encías o, simplemente, por la retracción de las encías por el paso del tiempo.
Cuando esto sucede, la pulpa dental queda expuesta —con sus respectivos nervios— y algunos estímulos, como el frío, nos provocan sensaciones de dolor muy intensas, a modo de descarga eléctrica.
Si bien este tipo de dolor es bastante habitual, los tratamientos analgésicos habituales no son eficaces para aliviarlo, dado que hasta ahora no se sabía por qué se producía.
¿Tienes sensibilidad dolorosa en tus dientes? Te recomendamos visitar a un especialista para encontrar una solución.
Fuente: 20 minutos.es
