La escarlatina es una enfermedad bacteriana que se manifiesta en algunas personas con faringitis estreptocócica. La escarlatina, también conocida como fiebre escarlata, se caracteriza por un sarpullido rojo brillante que afecta la mayor parte del cuerpo.
Si bien la escarlatina alguna vez se consideró una enfermedad grave de la niñez, los tratamientos con antibióticos han hecho que sea menos peligrosa. No obstante, puede provocar trastornos más graves que afectan el corazón, los riñones y otras partes del cuerpo si no se trata adecuadamente.
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Síntomas
- Sarpullido rojo. El sarpullido se ve como una quemadura de sol y se siente como papel de lija. Por lo general, comienza en la cara o el cuello y se disemina al tronco, los brazos y las piernas.
- Líneas rojas. Los pliegues de piel alrededor de la ingle, las axilas, los codos, las rodillas y el cuello se vuelven de un rojo más profundo que el del sarpullido que los rodea.
- Rostro enrojecido. La cara puede aparecer enrojecida con un anillo pálido alrededor de la boca.
- Lengua de fresa. La lengua generalmente se ve roja y abultada, a menudo se ve cubierta de una capa blanca al principio de la enfermedad.
También pueden aparecer otros signos y síntomas, como fiebre, garganta muy dolorida y roja, dificultad para tragar, glándulas agrandadas en el cuello, náuseas o vómitos y dolor de cabeza.
Prevención
No hay una vacuna para prevenir la escarlatina. Las mejores estrategias de prevención para la escarlatina son las mismas que las precauciones estándares para las infecciones:
- Lávate las manos.
- No compartas utensilios de cocina o comida.
- Cúbrete la boca y la nariz al toser o estornudar.
Si tu hijo tiene escarlatina, limpia sus vasos y utensilios usados. De ser posible, lava sus juguetes en agua tibia y jabón o en un lavavajillas.
Fuente: Mayo Clinic