De acuerdo con una nueva investigación publicada en la revista Pediatric Diabetes, los médicos de atención primaria no siempre pueden reconocer los síntomas peligrosos de la diabetes tipo 1 en los niños.
En la diabetes tipo 1, el páncreas no produce suficiente insulina, la hormona que ayuda a regular el azúcar en sangre que las células utilizan como energía. Entre el 5% y el 10% de los casos de diabetes son de tipo 1, que generalmente aparecen por primera vez durante la infancia.
El estudio, dirigido por Johan Wersäll de la Universidad de Gotemburgo, en Suecia, sugiere que los signos clave de la diabetes tipo 1 (sed, micción excesiva, fatiga, pérdida de peso) suelen no ser diagnosticados como enfermedad tipo 1 en los niños que son examinados por médicos de atención primaria.
Para el trabajo, los investigadores encuestaron a cuidadores de 237 niños y adolescentes menores de 19 años. Todos habían sido ingresados en un hospital con diabetes tipo 1 de nueva aparición y cetoacidosis diabética entre 2015 y 2017.
La cetoacidosis diabética (CAD) es una afección potencialmente peligrosa que se manifiesta cuando la diabetes no recibe tratamiento. Esta ocurre cuando las células, una vez que fueron privadas del azúcar en sangre, comienzan a quemar grasa para producir energía. Un efecto secundario de esto es la peligrosa acumulación de sustancias químicas en la sangre llamadas cetonas que, si no se controlan, pueden desencadenar un coma e incluso la muerte.
Conoce más: Tabaquismo y diabetes, lo que debes saber
«La única forma de evitar la CAD en pacientes con diabetes tipo 1 de nueva aparición es iniciar la terapia de urgencia con insulina», apuntaron los autores.
Asimismo, encontraron que el 39% de los padres habían tenido sospechas de diabetes de nueva aparición antes de llevar a sus hijos a recibir atención médica.
El equipo de Wersäll analizó 112 casos en los que los padres habían llevado por primera vez a un niño que pensaban que estaba enfermo a un médico de atención primaria, y luego terminaron llevándolo a la sala de emergencias de un hospital en las cuatro semanas posteriores.
En 64 de los casos, los médicos de atención primaria detectaron los síntomas del tipo 1 y remitieron rápidamente al niño a la atención hospitalaria de emergencia, informaron los investigadores suecos. Pero en otros 48 casos, estas derivaciones se retrasaron.
«Los síntomas clásicos de sed, poliuria [micción excesiva], cansancio y pérdida de peso fueron los más comunes en ambos grupos», destacaron. En muchos casos, a pesar de estos síntomas clásicos, «no se evaluaron los niveles de glucosa en orina [azúcar] o de glucosa en sangre», añadió el equipo.
En los casos con un diagnóstico tardío, «la glucosa en sangre o la glucosa en orina se habían analizado en el centro de atención primaria de salud» solo el 42% de las veces, a pesar de que los niños mostraban síntomas clásicos de diabetes tipo 1, encontró el estudio.
Y en muchos casos en los que se confirmaron niveles elevados de glucosa en sangre, los niños continuaron sin ser referidos directamente al hospital, reveló el trabajo.
El resultado final, según los investigadores, fue que «hasta el 43% de estos niños no fueron remitidos de inmediato a una sala de emergencias pediátricas, lo que indica un retraso sustancial del médico. Por ello, tener un mejor conocimiento y conciencia general de los síntomas de la diabetes, tanto entre los cuidadores como entre los profesionales médicos que trabajan en el sector de la atención primaria de salud, son fundamentales para mejorar dicha situación y prevenir la cetoacidosis diabética».
Fuente: Health Day News