El hígado es un órgano sumamente importante. Entre otras funciones, ayuda a tu cuerpo a digerir los alimentos, así como a eliminar las sustancias tóxicas del organismo. Lamentablemente, los malos hábitos y la genética pueden conducir a una enfermedad hepática.
La obesidad y la diabetes también se asocian con el daño hepático, el cual genera diversos problemas a largo plazo. Según expertos, conduce a la cicatrización —cirrosis— y produce insuficiencia hepática, un trastorno que pone en riesgo la vida.
La insuficiencia hepática aguda ocurre cuando las células del hígado están considerablemente dañadas y ya no funcionan. Suele aumentar el riesgo de diversas complicaciones, entre ellas:
- Exceso de líquido en el cerebro —edema cerebral—.
- Sangrado y trastornos hemorrágicos. Cuando el hígado no funciona adecuadamente, no puede producir suficientes factores de coagulación.
- Infecciones. Particularmente en la sangre, las vías urinarias y respiratorias.
- Insuficiencia renal. En especial si hubo sobredosis de paracetamol, que daña tanto el hígado como los riñones.
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La insuficiencia hepática aguda puede presentarse rápidamente en una persona saludable. Si tú o alguien que conoces manifiesta una coloración amarilla en los ojos o la piel; dolor ligero en la parte superior del abdomen; o cambios inusuales del estado mental, visita a un médico de inmediato.
Recuerda que la clave está en la prevención. No abuses de los medicamentos y lleva una alimentación balanceada. De ser posible, incrementa en tu dieta la vitamina A, C, E y el selenio, nutrientes que ayudan a evitar la degeneración celular.
Fuente: Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos/ Mayo Clinic