La parálisis de Bell es una condición rara que afecta el nervio y los músculos faciales. Puede aparecer después de un herpes labial u otra enfermedad viral como la gripe o un resfriado. Quizás experimentes dolor de cabeza, así como espasmos o debilidad en un lado de la cara.
En la mayoría de los casos, la parálisis facial por parálisis de Bell es temporal. Es probable que notes una mejora gradual después de unas dos semanas. En tres meses, la mayoría de las personas recuperan en su totalidad el movimiento y la función de su rostro.
Un retraso en la recuperación suele ir acompañado de algún tipo de función facial anormal, por lo que debe acudirse a revisión médica a la brevedad.
El doctor Kofi Boahene, profesor de otorrinolaringología, cirugía de cabeza y cuello y director de Cirugía Plástica y Reconstructiva Facial en la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, señala que estos casos podrían requerir reanimación facial, una cirugía para ayudar a restaurar el movimiento y la expresión del rostro después de sufrir parálisis de Bell u otras afecciones relacionadas.
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El médico menciona que, una vez diagnosticada la parálisis de Bell, es importante consultar a un experto en nervios faciales. “No todo lo que se parece a Bell es realmente este tipo de parálisis. He visto a varios pacientes que fueron diagnosticados con parálisis de Bell persistente que tenían algo más tras examinarlos minuciosamente”, indicó Boahene.
Agregó que para la parálisis facial persistente, es mejor no esperar demasiado antes de consultar a un experto.
“Hay un período ideal después de una lesión inicial del nervio facial, cuando los músculos faciales todavía son viables. Si podemos intervenir a tiempo y programarlo bien, podemos salvar los músculos nativos de la expresión facial y restaurar esa capacidad de sonreír y parpadear”, explicó Boahene, quien advirtió que más allá de esta ventana ideal, los músculos faciales se paralizan irreversiblemente.
“Con la parálisis facial, el tiempo perdido es músculo perdido”, subrayó el especialista.
Fuente: Johns Hopkins Medicine