El plomo es un metal tóxico que persiste en el medio ambiente y puede acumularse en el cuerpo con el tiempo. Este puede ingresar al agua potable cuando ocurre una reacción química en los materiales de plomería que contienen plomo, la cual se conoce como corrosión: disolución o desgaste del metal de las tuberías y accesorios. Dicha reacción es más severa cuando el agua tiene una acidez elevada o un bajo contenido de minerales.
Entonces, las fuentes más comunes de plomo en el agua potable son las tuberías, los grifos y los accesorios de plomería fabricados con dicho metal. Ciertas tuberías que transportan agua potable desde la fuente de agua hasta el hogar pueden contener plomo. Los accesorios domésticos de plomería, la soldadura blanda y los accesorios de tubería antiguos también pueden contenerlo.
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El riesgo variará según el individuo, las condiciones químicas del agua y la cantidad consumida. Por ejemplo, los bebés que beben fórmula preparada con agua del grifo contaminada con plomo pueden correr un mayor riesgo de exposición debido al gran volumen de agua que consumen en relación con el tamaño de su cuerpo. Bañarse y ducharse debe ser seguro para ti y tus hijos(as) porque la piel humana no absorbe el plomo en el agua.
Si crees que tú o tu hijo(a) han estado expuestos al plomo en el agua, comunícate con tu proveedor de atención médica. La mayoría de los niños y adultos que están expuestos al plomo no presentan síntomas. La mejor manera de saber si tú o tu niño han estado expuestos es con una prueba de plomo en sangre. Tu médico puede ayudarte a decidir si es necesario dicho examen y también puede recomendar medidas de seguimiento adecuadas si tú o tu hijo(a) se han expuesto al metal. A medida que aumentan los niveles de plomo en la sangre, también pueden aumentar sus efectos adversos.
Fuente: CDC