La insulina y el glucagón ayudan a mantener los niveles de azúcar en sangre. El glucagón evita que el azúcar sanguínea baje, mientras que la insulina evita que suba demasiado.
La insulina y el glucagón trabajan juntos en equilibrio y juegan un papel clave en la regulación de los niveles de azúcar en sangre de una persona. El glucagón descompone el glucógeno en glucosa en el hígado. La insulina permite que la glucosa en la sangre ingrese a las células, donde la utilizan para producir energía.
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Juntos, la insulina y el glucagón ayudan a mantener la homeostasis, donde las condiciones internas del cuerpo se mantienen estables. Cuando el nivel de azúcar sanguínea de una persona es demasiado alto, su páncreas secreta más insulina. Cuando sus niveles de azúcar en sangre bajan, su páncreas libera glucagón para elevarlos.
Dicho equilibrio permite brindar suficiente energía a las células mientras previene el daño que puede resultar de niveles de azúcar sanguínea constantemente altos.
Si el cuerpo de una persona no puede mantener ese equilibrio, puede dar lugar a diabetes y otras condiciones. Asimismo, la insulina y el glucagón recetados permiten mantener los niveles de azúcar en sangre de una persona dentro de los límites seguros.
Fuente: Medical News Today