La nariz y la boca normalmente calientan y humidifican el aire antes de que llegue a los pulmones, lo que facilita la respiración.

Cuando el aire es muy seco y frío, como en invierno, al cuerpo le resulta más difícil calentarse.

Si dicho aire frío llega a las vías respiratorias, los pulmones reaccionan contrayéndose. El aire frío contiene menos humedad y respirarlo puede secar las vías respiratorias. Esto, a su vez, puede provocar espasmos en tales vías, lo que finalmente desencadena un ataque de asma, que puede involucrar tos.

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En algún momento, los investigadores creyeron que la frialdad del aire era el principal desencadenante de los síntomas. No obstante, estudios más recientes indican que la sequedad, y no la temperatura, es la verdadera culpable.

Una persona suele descubrir que sus síntomas empeoran cuando realiza actividades al aire libre, como esquiar, palear nieve o correr, por ejemplo.

Durante el ejercicio, es más común respirar por la boca que por la nariz. Debido a que la boca no calienta el aire tan bien como la nariz, es más probable que una persona inhale aire más frío mientras realiza ejercicio.

Una combinación de actividad física y respirar aire frío puede empeorar significativamente los síntomas del asma.

 

Fuente: Medical News Today