Los nervios transportan mensajes a través de señales llamadas impulsos. Al igual que una computadora, la señal es binaria; es decir, es una señal de encendido o apagado. Una sola célula nerviosa no puede enviar una señal más débil o más fuerte. Puede cambiar de frecuencia (por ejemplo, diez impulsos por segundo o treinta), pero cada impulso es exactamente el mismo.
Los impulsos viajan a lo largo de un nervio exactamente de la misma manera que las células musculares se contraen, a través de un proceso químico. Las células nerviosas utilizan minerales ionizados (sales como calcio, potasio y sodio) para propulsar el impulso. Cabe destacar que el cuerpo necesita un equilibrio adecuado de estos tres minerales para que el proceso funcione correctamente. Tener demasiado o muy poco de cualquiera de estos implica que ni los músculos ni los nervios funcionarán como deberían.
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Las células nerviosas pueden ser bastante largas, pero incluso así se necesitan varias para llegar desde la punta del dedo hasta la médula espinal. Las células no se tocan entre sí. En cambio, el impulso se envía (transmite) químicamente de una célula nerviosa a la siguiente utilizando sustancias conocidas como neurotransmisores.
Agregar neurotransmisores al torrente sanguíneo puede hacer que los nervios envíen señales. Por ejemplo, muchas de las células nerviosas simpáticas (las células de lucha o huida) reaccionan a un neurotransmisor llamado adrenalina, que se libera en el torrente sanguíneo desde las glándulas suprarrenales cuando nos asustamos, estresamos o sobresaltamos.
Fuente: Very Well Health