El asma es una enfermedad pulmonar crónica que afecta las vías respiratorias —conductos que llevan el aire hacia y desde los pulmones—. 

Cuando una persona tiene asma, sus vías respiratorias pueden inflamarse y estrecharse, causando sibilancias, tos y opresión en el pecho. 

Un ataque de asma puede ocurrir cuando se está expuesto a un desencadenante. Un desencadenante es algo que puede propiciar o empeorar los síntomas del asma. Diferentes desencadenantes pueden causar diversos tipos de asma:

Los síntomas del asma incluyen:

  1. Opresión en el pecho.
  2. Tos, especialmente por la noche o temprano en la mañana.
  3. Problemas para respirar.
  4. Sibilancia, que provoca un silbido al exhalar.
  5. Problemas para dormir causados por falta de aliento, tos o sibilancia al respirar.

Estos síntomas pueden variar de leves a graves. Asimismo, pueden presentarse todos los días o solo de vez en cuando. 

Cuando estos síntomas son peores que lo habitual, se conoce como ataque de asma o crisis asmática.

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¿Cómo llegar a un diagnóstico?

Un médico te hará una exploración física para descartar otras posibles afecciones, como una infección respiratoria o la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). También te hará preguntas sobre tus signos y síntomas.

También es posible que te recomienden estudios de la función pulmonar para determinar la cantidad de aire que inhalas y exhalas.

Es importante tomar en cuenta que los ataques pueden aparecer de forma gradual o repentina. Y, en ocasiones, pueden poner en peligro la vida. Si tienes un ataque severo y los medicamentos de alivio rápido no funcionan, acude con un profesional de la salud.

 

Fuente: Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos