Mantener una vida activa es uno de los pilares fundamentales para llevar una vida saludable. Sin embargo, muchas personas se enfrentan a una duda común: ¿es más importante la motivación o la disciplina para mantener una rutina de ejercicio constante?
Aunque ambos conceptos juegan un papel importante, es esencial entender las diferencias y cómo se complementan para lograr una vida activa y equilibrada.
¿Qué es la motivación?
La motivación es el impulso emocional que nos lleva a actuar. Puede estar basada en una meta concreta, como perder peso o mejorar el estado físico, o en factores más emocionales, como sentirnos bien con nosotros mismos o estar inspirados por una figura a seguir.
La motivación es a menudo lo que nos hace dar el primer paso. Un nuevo reto personal, una promesa de Año Nuevo, o simplemente un deseo de cambiar pueden encender ese deseo de comenzar a hacer ejercicio. Sin embargo, la motivación es variable y puede fluctuar según el estado de ánimo, las circunstancias y el entorno. En otras palabras, la motivación puede ser muy poderosa al inicio, pero no siempre es suficiente para mantener una rutina a largo plazo.
¿Qué es la disciplina?
Por otro lado, la disciplina es la capacidad de seguir un plan o un hábito incluso cuando no hay un deseo fuerte o motivación inmediata. Es la habilidad de comprometerse con una rutina independientemente de las emociones del momento. Mientras que la motivación puede ser temporal, la disciplina es constante y se desarrolla con la práctica.
La disciplina es lo que te lleva a entrenar cuando no tienes ganas, cuando el clima no es ideal o cuando estás cansado después de un largo día. Es la habilidad de priorizar tu bienestar físico y cumplir con lo que te has propuesto, incluso cuando la motivación parece haberse desvanecido.
Motivación o disciplina, ¿cuál es más importante?
La realidad es que tanto la motivación como la disciplina son necesarias, pero cumplen funciones diferentes. La motivación es excelente para empezar, te impulsa a dar el primer paso y puede ser el catalizador de un cambio. Sin embargo, como es una emoción que varía, la disciplina es la que te mantendrá en el camino cuando la motivación no esté presente.
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¿Cómo desarrollar la disciplina?
La disciplina no es algo que se obtiene de la noche a la mañana. Aquí algunos consejos para desarrollarla y mantener una vida activa.
- Establece una rutina clara. Tener un horario definido para hacer ejercicio te ayudará a incorporarlo como parte de tu día. Comienza con objetivos pequeños y realistas, y aumenta gradualmente la intensidad o la frecuencia.
- Sé consistente. La consistencia es clave para formar hábitos. Si bien habrá días en los que no tengas ganas, haz un esfuerzo por mantener tu rutina, aunque sea a menor intensidad.
- Ten un plan de respaldo. A veces, las circunstancias pueden cambiar y hacer que te salgas de tu rutina habitual. Planifica alternativas, como ejercicios en casa si no puedes ir al gimnasio o caminar en lugar de hacer una sesión completa de entrenamiento.
- Recuerda tus metas a largo plazo. Tener presentes tus objetivos a largo plazo te ayudará a mantenerte enfocado, incluso en los días difíciles. ¿Por qué empezaste? Recordar el “por qué” te dará ese impulso adicional para seguir adelante.
- Celebra tus logros. No importa lo pequeños que sean, celebrar tus logros refuerza el hábito y te motiva a seguir adelante. El progreso constante es más importante que la perfección.
Recuerda que, aunque la disciplina es esencial para la constancia, la motivación no debe subestimarse. Es la chispa que puede encender la pasión por un estilo de vida más activo. Además, puede renovarse periódicamente: una nueva meta, un cambio en la rutina o probar una nueva actividad pueden traer de vuelta esa motivación inicial que te empujó a comenzar.
Lo ideal es aprender a utilizar la motivación para empezar y la disciplina para mantener el rumbo. En lugar de depender solo de una de ellas, es importante aprender a nutrir ambas y reconocer cuándo es necesario recurrir a cada una.
Fuente: ABC