La pericarditis es una inflamación del revestimiento que rodea el corazón y que provoca dolor en el pecho. Generalmente no es grave, pero en ocasiones puede provocar problemas de salud severos.

Consulta a un médico si experimentas dolor en el pecho, ya que es el síntoma principal de la pericarditis. Dicho dolor suele ser:

  • Agudo o punzante.
  • Se extiende a los hombros, los brazos o el abdomen.
  • Empeora al respirar profundamente, tragar, toser o acostarte (sobre todo si te recuestas sobre el lado izquierdo).
  • Mejora al inclinarte hacia adelante.

También puedes sentirte acalorado(a) y tembloroso(a) o tener fiebre elevada, tos o dolor en las articulaciones.

La pericarditis suele ser consecuencia de una infección vírica como un resfriado o una gripe.

Conoce más: 4 causas principales que dan lugar a dolor en el pecho

Pruebas para detectar la pericarditis

Un médico escuchará tu corazón para comprobar si tienes pericarditis. Esto se debe a que la afección puede cambiar el sonido que produce tu corazón.

Para confirmar la pericarditis, el médico puede:

  • Realizar algunos análisis de sangre
  • Solicitar que te hagas una radiografía de tórax, un electrocardiograma (ECG) o una ecocardiografía en el hospital

Los ECG son seguros e indoloros, y algunos médicos pueden realizarlos en sus consultorios.

Tratamiento

El tratamiento de la pericarditis dependerá de la causa. Es posible que te administren analgésicos antiinflamatorios, como ibuprofeno, para ayudar a aliviar los síntomas (como el dolor).

Sentarte o inclinarte hacia adelante también puede ayudar a aliviar el dolor.

Es posible que requieras otro tratamiento. Por ejemplo, un médico puede recetar medicamentos como:

  • Colchicina: si los analgésicos antiinflamatorios no funcionan o la pericarditis sigue reapareciendo.
  • Esteroides: si la colchicina no funciona.
  • Antibióticos: si la pericarditis es causada por una infección bacteriana

La mayoría de las personas se sienten mejor en unas pocas semanas.

Si tienes más dudas al respecto, consulta a tu médico de cabecera.

Fuente: NHS