El colesterol es un tema rodeado de mitos que a menudo causan confusión. A continuación, desmentimos algunas de las ideas más comunes sobre este lípido y su relación con la salud.

1. Todos los tipos de colesterol son dañinos

Existen dos tipos principales:

  • LDL (lipoproteínas de baja densidad), conocido como «colesterol malo».
  • HDL (lipoproteínas de alta densidad), conocido como «colesterol bueno».

Mientras que niveles altos de LDL pueden aumentar el riesgo de enfermedades cardíacas, el HDL ayuda a transportar el colesterol malo fuera de las arterias, reduciendo el riesgo cardiovascular.

2. Comer alimentos ricos en grasas aumenta automáticamente tu colesterol en sangre

Aunque parece lógico, esta afirmación no es completamente cierta. Para la mayoría de las personas, el colesterol en los alimentos (como los huevos) tiene un impacto mínimo en la sangre. Más bien, las grasas saturadas y las grasas trans en la dieta tienen un efecto mayor en los niveles de LDL.

3. El colesterol alto siempre presenta síntomas claros

Uno de los mitos más peligrosos es creer que los niveles altos se manifiestan con síntomas evidentes. En realidad, es un «asesino silencioso» y rara vez muestra señales directas. Por eso, es crucial acudir a chequeos médicos regulares.

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4. Sólo las personas con sobrepeso o con malos hábitos tienen colesterol alto

Aunque el sobrepeso y una dieta poco saludable pueden contribuir a niveles altos de este lípido, factores como la genética también juegan un papel importante. Personas delgadas y físicamente activas pueden tener niveles altos debido a antecedentes familiares o desórdenes metabólicos.

5. Reducir el colesterol siempre requiere medicamentos

No necesariamente. En muchos casos, cambios en el estilo de vida, como mejorar la dieta, aumentar la actividad física y reducir el consumo de tabaco y alcohol, pueden ser suficientes. Sin embargo, algunas personas, especialmente aquellas con predisposición genética o niveles muy altos, pueden necesitar medicamentos bajo supervisión médica.

Infórmate bien y consulta con tu médico para tomar decisiones adecuadas sobre tu salud cardiovascular.

 

Fuente: Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos