La obesidad y la diabetes tipo 2 están estrechamente relacionadas en lo que se conoce como el “ciclo obesidad-diabetes”. En este círculo vicioso, el aumento de grasa corporal contribuye al desarrollo de resistencia a la insulina, mientras que la diabetes puede promover la acumulación de grasa abdominal, agravando el problema. Pero, ¿qué suele aparecer primero?
El papel de la obesidad
La obesidad, especialmente la acumulación de grasa visceral, es uno de los principales factores de riesgo para la diabetes tipo 2. Esta grasa genera un estado inflamatorio crónico que interfiere con la capacidad de las células para responder a la insulina, lo que lleva a resistencia a esta hormona. Si esta condición no se trata, puede progresar a diabetes.
Diabetes y su impacto en el peso
Por otro lado, las personas con diabetes mal controlada pueden experimentar cambios metabólicos que contribuyen al aumento de peso. Además, algunos medicamentos para la diabetes, como la insulina, pueden favorecer el almacenamiento de grasa, complicando aún más el control del peso.
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¿Cómo romper el ciclo?
La buena noticia es que tanto la obesidad como la diabetes tipo 2 son prevenibles y reversibles en muchos casos:
- Cambios en la alimentación. Optar por una dieta rica en fibras, frutas, verduras, proteínas magras y grasas saludables puede ayudar a reducir el peso y mejorar la sensibilidad a la insulina.
- Actividad física. Incorporar ejercicio regular, como caminatas rápidas, entrenamiento de fuerza o actividades aeróbicas, mejora el control de la glucosa y contribuye a la pérdida de peso.
- Control médico. Un manejo integral con un profesional de salud ayuda a personalizar estrategias para prevenir o controlar ambas condiciones.
- Sueño y estrés. Dormir lo suficiente y manejar el estrés son esenciales, ya que ambos influyen en el metabolismo y la regulación hormonal.
Prevenir el inicio de cualquiera de estas condiciones es clave para detener el ciclo. Adoptar un estilo de vida saludable desde temprano puede marcar la diferencia para una vida más larga y de mejor calidad.
Fuente: OMS