Las mantas con peso existen desde hace mucho tiempo, sobre todo para los niños con autismo o que padecen trastornos de conducta. Es una de las herramientas sensoriales que se utilizan habitualmente en las unidades psiquiátricas. Los pacientes que están en apuros pueden elegir diferentes tipos de actividades sensoriales (sostener un objeto frío, oler determinados aromas, manipular masa, construir objetos, hacer manualidades) para intentar calmarse.
Se supone que estas mantas funcionan de forma muy similar a cómo lo hace el envolver bien al bebé para que se sienta cómodo y seguro, de manera que pueda quedarse dormido más rápidamente. La manta básicamente simula un abrazo reconfortante, lo que en teoría ayuda a calmar y tranquilizar el sistema nervioso.
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Las empresas que venden las mantas suelen recomendar que se compre una que pese aproximadamente el 10% del peso corporal, lo que significaría una manta de 7 kg para una persona de 70 kg.
La pregunta es: ¿funcionan realmente? Aunque algunas personas confían ciegamente en estas mantas, lamentablemente no existen pruebas concretas. En realidad, no hay estudios científicos definitivos que respalden tales afirmaciones. Sería muy difícil realizar un ensayo clínico aleatorio para probar las mantas. Una comparación a ciegas es imposible porque la gente puede determinar automáticamente si la manta es pesada o no. Y es poco probable que alguien patrocine un estudio de este tipo.
Fuente: Harvard Medical School