Las personas con trastorno del espectro autista (TEA) pueden tener dificultades para adoptar hábitos de higiene bucal saludables, como cepillarse los dientes y usar hilo dental, debido a la sensibilidad sensorial. Algunas personas pueden tener ciertos hábitos, como rechinar los dientes, golpearse la boca y los dientes, masticar objetos que no sean alimentos o comer alimentos azucarados, que también pueden afectar a su salud dental. Asimismo, puede resultar difícil para algunas personas con TEA comunicar problemas con sus dientes, lo que da lugar a demoras en la atención.
Se recomienda establecer una rutina de cuidado bucal a una edad temprana. El cepillado debe comenzar tan pronto como salga el primer diente, utilizando una pequeña cantidad de pasta de dientes que contenga flúor. Si el niño tiene sensibilidad al gusto o a la textura, los padres pueden experimentar con diferentes sabores o pastas de dientes sin sabor o sin espuma (sin lauril sulfato de sodio). Existen muchas opciones de cepillos de dientes, como los de tipo giratorio o los que cuentan con batería, para los niños que disfrutan de la vibración en sus dientes.
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Combina el cepillado con otras rutinas diarias o con una actividad preferida, como el baño. Colocar al niño sobre una alfombra suave o una cama con una distracción visual, como un libro o un espejo, puede facilitar el acceso de los padres a los dientes de su menor, así como brindar una comodidad adicional.
Conforme el niño crezca, los padres pueden utilizar una estrategia de mano sobre mano y después turnarse: para ayudar al menor a desarrollar habilidades de cepillado independiente, los padres pueden alentar a su hijo(a) a cepillarse primero, para que esté consciente de que después toca el «turno de los padres». Incorporar la práctica del cepillado de dientes con un terapeuta del lenguaje, un terapeuta ocupacional o un terapeuta de análisis de conducta también puede ser útil.
Fuente: Harvard Medical School