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La alimentación complementaria es una etapa clave en el desarrollo del bebé. Inicia, por lo general, a partir de los seis meses de edad, cuando la leche materna o fórmula ya no son suficientes para cubrir sus requerimientos nutricionales.

Introducir nuevos alimentos de forma adecuada favorece el crecimiento, fortalece el sistema inmunológico y promueve hábitos saludables desde la infancia.

¿Por qué es importante iniciar a los seis meses?

A esta edad, el sistema digestivo del bebé ya está lo suficientemente maduro para procesar otros alimentos, y sus necesidades de hierro, zinc y energía aumentan. Retrasar demasiado la alimentación complementaria puede llevar a deficiencias nutricionales, mientras que adelantarla puede incrementar el riesgo de alergias o atragantamiento.

Beneficios de una alimentación complementaria adecuada

Una introducción bien planificada aporta beneficios importantes:

  • Favorece el desarrollo del gusto y la aceptación de nuevos alimentos.
  • Contribuye al crecimiento físico y al desarrollo cerebral.
  • Ayuda a prevenir futuras enfermedades como obesidad o diabetes tipo 2.

Además, la exposición temprana a una variedad de sabores y texturas mejora la relación del niño con la comida, lo cual puede reducir el riesgo de selectividad alimentaria en etapas posteriores.

¿Qué alimentos introducir primero?

Se recomienda comenzar con alimentos ricos en hierro y zinc, como cereales fortificados, carnes magras o legumbres. Las frutas, verduras y tubérculos también son excelentes opciones, siempre en preparaciones simples, sin sal ni azúcar añadida.

Es importante ofrecer los alimentos de uno en uno y dejar pasar unos días antes de introducir otro nuevo, para identificar posibles reacciones adversas.

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Precauciones y cuidados necesarios

  • Los alimentos deben estar bien cocidos y triturados según la etapa del bebé.
  • Evita los alimentos duros, redondos o pegajosos que puedan causar asfixia.
  • Supervisa siempre al bebé mientras come y mantén una buena higiene en la preparación.
  • Continúa con la leche materna o fórmula como principal fuente de nutrición hasta el primer año.

El objetivo de esta etapa no es reemplazar la leche, sino complementarla y enriquecer la alimentación del bebé progresivamente. Una alimentación complementaria bien dirigida no sólo cubre las necesidades nutricionales del bebé, también es la base para una alimentación variada, equilibrada y saludable a lo largo de la vida.

Fuente: Organización Panamericana de la Salud