El magnesio es un mineral esencial que interviene en más de 300 funciones en el cuerpo, y entre ellas, el sueño nocturno es una de las más importantes. Estudios recientes han demostrado que existe una relación directa entre los niveles adecuados de magnesio y la capacidad del cuerpo para alcanzar un descanso profundo y reparador.
El papel del magnesio en el sistema nervioso
El magnesio actúa como un regulador del sistema nervioso, ya que ayuda a controlar la liberación de neurotransmisores como el GABA, que es clave para inducir la relajación. Este neurotransmisor disminuye la actividad cerebral, lo que facilita la conciliación del sueño y una transición más fluida hacia las fases más profundas del descanso.
Efecto del magnesio sobre el sueño profundo
Durante el sueño profundo, el cuerpo realiza procesos de restauración física y mental. La evidencia sugiere que una deficiencia de magnesio puede alterar estos ciclos, reduciendo la duración del sueño profundo y aumentando la frecuencia de despertares nocturnos. Esto puede provocar sensación de cansancio durante el día, incluso si la cantidad total de sueño parece suficiente.
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¿Cómo obtener suficiente magnesio a través de la dieta?
Alimentos como espinacas, almendras, semillas de calabaza, legumbres y plátanos son fuentes naturales de magnesio. Mantener una ingesta constante de estos alimentos puede favorecer un mejor descanso, especialmente en personas con dificultades para dormir o que padecen insomnio.
¿Cuándo considerar un suplemento?
En algunos casos, puede ser útil consultar con un profesional de la salud sobre la suplementación, especialmente si hay síntomas de deficiencia como fatiga, calambres musculares o problemas para dormir. No se recomienda tomar suplementos sin orientación médica, ya que el exceso de magnesio también puede generar efectos secundarios.
Dormir bien es fundamental para la salud física y mental. Incluir suficiente magnesio en la dieta puede ser una estrategia sencilla y natural para mejorar la calidad del sueño, en especial en la fase profunda, que es la más restauradora del ciclo.
Fuente: National Institutes of Health