En la diagnosis de la dislexia es fundamental la participación tanto de los padres como de los profesores. Los últimos son los que más oportunidades tienen de detectar cualquier señal de que el niño presenta una dificultad y, por ende, de poner sobre aviso a la familia de manera oportuna. Una vez que se sospeche de la existencia un padecimiento de esta índole deberán referirse a un experto en trastornos del aprendizaje, ya sea un psicólogo escolar, un especialista en aprendizaje, o un neurólogo (médico especializado en el sistema nervioso) a fin de iniciar un tratamiento, previamente descartando otros factores, figurando entre los principales:
- Visión defectuosa.
- Audición deficiente.
- Lesiones cerebrales no diagnosticadas.
- Coeficiente intelectual inferior a lo normal.
- Trastornos emocionales.
- Presencia de alguna otra patología que influya en el aprendizaje (dolores o malestar que disminuyan la capacidad de concentración).
- Métodos educativos inadecuados.
También se recomienda ampliamente una entrevista con la familia, ya que esto permitirá valorar las condiciones del entorno del niño y su posible influencia en los síntomas observados (embarazo complicado, nivel socio-cultural, clima afectivo, etc).
Una vez descartada la presencia de otras anomalías, se procede a evaluar las características de la enfermedad a través de diversos test y pruebas para su diagnóstico. Para ello, es conveniente que tu pediatra te derive a un especialista en logopedia (también llamada fonoaudiología) que realice dichas pruebas. Las más utilizadas son:
- Test de Frostig: se emplea en niños de cuatro a siete años. Este test se realiza para estudiar el desarrollo de la percepción visual. Evalúa la coordinación visual-motora, las relaciones espaciales, etc.
- Test de análisis de lectura y escritura: son varias pruebas que detectan los métodos de lectura y escritura del niño, así como los mecanismos que no están funcionando correctamente. Los test de lectura se aplican en niños de menor edad que los test de escritura.
- Test de comprensión lectora: se aplica en niños de seis o siete años, permitiendo evaluar su nivel de comprensión a la hora de descifrar un texto.
Asimismo, existe la posibilidad de evaluar deficiencias en la capacidad psicomotriz del niño mediante las siguientes pruebas:
Test de estructuras rítmicas de Mira-Stambak: creado para diagnosticar la percepción temporal. Consiste en evaluar la capacidad del niño para crear un ritmo de manera espontánea, para reproducir un ritmo creado por otra persona, y para comprender las estructuras y simbolismo del mismo.
Pruebas de dominancia lateral: están basadas en estudios de movilidad y flexibilidad de los músculos, así como en pruebas de ejecución de órdenes, p. ej. repartir cartas, saltar sobre un pie, etc.