La deficiencia de vitamina D es uno de los problemas de salud más comunes a nivel mundial, especialmente en los niños. Ante esta problemática, investigadores de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) en España, se dieron a la tarea de analizar la presencia de dicha vitamina en 314 menores españoles de edad escolar. Con ello, no solo confirmaron esta tendencia, sino que además observaron que los niños cuyos niveles de vitamina D eran más bajos padecían tensión arterial, y sus triglicéridos arrojaron niveles más elevados.
“Estos menores podrían tener mayor riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular o síndrome metabólico en el futuro”, advirtió Ana María López-Sobaler, investigadora de la Facultad de Farmacia de la UCM y autora principal del estudio.
El 35% de los escolares mostró valores inferiores a 20 nanogramos por mililitro de vitamina D en suero, lo que es un indicador de deficiencia entre moderada y severa; casi la mitad, el 47,1%, registró deficiencias menos agudas. Solo el 17% registró niveles que podrían considerarse adecuados, los cuales superan los 30 nanogramos por mililitro.
El compuesto se obtiene a partir de los alimentos y la propia síntesis que hace el organismo mediante la acción de la luz solar, pero exponerse al sol no es suficiente para mantener niveles óptimos de la vitamina.
El estudio publicado en la revista Nutrición Hospitalaria, tuvo lugar en diez escuelas públicas de las ciudades de Coruña, Barcelona, Madrid, Sevilla y Valencia. Las localidades fueron elegidas por sus diferentes latitudes y niveles de exposición solar. Los expertos extrajeron muestras de sangre de niños entre 8 y 13 años para medir sus niveles de vitamina D en suero, glucosa sérica y triglicéridos, entre otros parámetros. Asimismo, se midió su talla, peso e índice de masa corporal.
“Los niveles de vitamina D en suero observados en este colectivo son similares a los encontrados en otros escolares españoles y de otros países. Confirman que la deficiencia en vitamina D es un problema prevalente en niños y adolescentes”, enfatizaron los autores.
Este compuesto se encuentra principalmente en los pescados azules, en la yema del huevo y en los lácteos. Los especialistas atribuyen gran parte de las deficiencias presentadas por los menores a una dieta inadecuada, carente de estos alimentos o que los incluye de forma muy esporádica.
La experta recomienda averiguar por qué se registra este déficit y valorar si es suficiente con mejorar los hábitos alimenticios, así como consumir pescado azul dos o tres veces por semana y más lácteos.
Si cambiando la alimentación continúa el desequilibrio, es recomendable que el niño tome un suplemento vitamínico, siempre con el aval de un profesional de la salud, finalizó López-Sobaler.
Vía: Agencia SINC