Nadar es una gran manera de refrescarse en un día caluroso, pero debes tener cuidado con la contaminación fecal que puede haber en las albercas y, en consecuencia, hacer que te enfermes.
El doctor William Schaffner, presidente del Departamento de Medicina Preventiva del Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt, en Nashville, afirma que «los problemas más comunes que se obtienen al nadar son las infecciones intestinales, ya sean bacterianas o virales«.
Los síntomas incluyen diarrea, náuseas, vómitos y en ocasiones fiebre. Estos síntomas se producen varias horas después de la infección, por lo que la gente a menudo no se da cuenta de que se infectó al momento de nadar.
Pero no te preocupes, existen varias maneras de reducir el riesgo de adquirir tales infecciones, y te las mencionamos a continuación.
Revisa la piscina antes de que tú o tus hijos entren. «¿Tiene agua clara y limpia? Si no es así, debes reconsiderar entrar», subrayó Schaffner.
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Antes de entrar en una piscina, siempre debes tomar una ducha. Cualquiera que haya tenido problemas de estómago en las últimas 24 horas debe permanecer fuera de la piscina.
Si se nada con bebés, los padres deben verificar cada 30 a 60 minutos que sus niños no hayan manchado sus pañales (incluso los pañales de plástico para nadar) o sus trajes de baño. Cambia los pañales lejos de la piscina y lávate las manos después.
Si un niño tiene un «accidente» en una alberca pública, alerta al personal para que pueda tomar las medidas necesarias en cuanto a la limpieza del agua y sea segura de nuevo, aconsejó Schaffner.
La orina en una piscina no es una preocupación importante, aseguró, ya que es estéril, se diluye con rapidez y representa poco riesgo para la salud de otros nadadores.
«Nada de esto debería apagar el entusiasmo de nadie para la piscina. Con unas simples precauciones, jugar en el agua puede ser seguro y divertido para todo el mundo», concluyó Schaffner.
Vía: HealthDay News