Las cifras señalan que una tercera parte de los actos violentos suceden bajo la influencia del alcohol. Estos actos provocan sufrimiento personal pero también altos costos socio económicos. Sin bien los números hablan por sí solos, las causas subyacentes de la agresión relacionada con el consumo de alcohol no están claras todavía. Por ello los investigadores Anne Beck y Andreas Heinz, del Departamento de Psiquiatría y Psicoterapia del Campus Charité de la Universidad de Berlín, profundizaron en la cuestión y publicaron sus hallazgos en la edición del 18 de octubre de la revista Deutsches Arzteblatt International.
A pesar del alto porcentaje de actos violentos en los que está involucrado el consumo de alcohol, solamente una minoría de las personas que beben se vuelven agresivas. Sin embargo, el abuso y la dependencia conjugados constituyen la segunda causa más común de suicido, entre un 15 y 43%.
En la investigación se describen los factores sociales, psicológicos y neurobiológicos que contribuyen a la relación entre el consumo de alcohol y el aumento de agresividad. Por un lado, se señala que la reducción en el control cognitivo que provoca un consumo excesivo de alcohol reduce la percepción e incrementar la propensión a conductas violentas bajo ciertas circunstancias.
El estudio en cuestión apunta a que existe factores adicionales que pueden incrementar las actitudes de violencia, entre ellas las expectativas personales respecto al efecto del alcohol y antecedentes de violencia anteriores. Entre los descubrimientos está el que en los hombres, particularmente, el alcohol parece reforzar la convicción de que la violencia y la agresión son formas aceptables de interacción social. También se destaca que las condiciones ambientales y sociales durante la primera infancia, como la discriminación, pueden ser factores de riesgo.
Los investigadores destacan que se requieren de estudios en el futuro para clarificar las causas específicas por las cuales algunas personas se vuelven agresivas cuando consumen alcohol y otras no. Sin embargo, existen algunas evidencias de que altos niveles de impulsividad, combinados con una baja tolerancia al estrés pueden reforzar la inclinación al comportamiento agresivo cuando se está bajo la influencia del alcohol. También las personas que encuentran dificultad para inhibir su comportamiento, postergar la gratificación y manejar sentimientos poco placenteros parecen ser más proclives a mostrar un comportamiento agresivo después de consumir alcohol.
En este sentido, la investigación señala que existen algunas intervenciones terapéuticas que pueden funcionar en estos casos, las cuales son específicas y apuntan a incrementar el control cognitivo y emocional. Sin embargo, para desarrollar programas específicos viables se requiere de pruebas controladas para comparar formas específicas de intervenciones en tratamientos estandarizados.
Vía: Deutsches Arzteblatt International