Los padres de familia suelen entrar en conflicto cuando un hijo ingresa a la escuela. Y más allá de preocuparse por aspectos emocionales y psicológicos (que son muy importantes), hay otro asunto en el que también deben poner mucha atención: la alimentación, misma que se ve alterada por la hora de receso.

Según una reciente investigación estadounidense, tanto la hora de receso (o descanso, como también se conoce) como el momento en que los pequeños consumen sus alimentos, pueden influir en algunas de sus conductas.

“Nuestros hallazgos sugieren que las conductas en el receso y en el almuerzo están interrelacionadas. Las opciones alimentarias específicas y los niveles de actividad de los niños podrían estar vinculados a la hora y a la duración del almuerzo y del receso”, compartió Gabriella McLoughlin, estudiante de doctorado en la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, en Estados Unidos.

Durante la investigación, se encontraron los siguientes hallazgos:

-Los estudiantes que tenían el receso antes de comer desperdiciaban menos comida.
-Los niños que almorzaban antes del receso comían más verduras.
-Los niños que comieron antes de salir al receso eran más activos. El resultado era el mismo en los niños que contaban con más tiempo para comer y de receso.

Los investigadores concluyeron que es fundamental contar con el tiempo suficiente para que los niños puedan comer su almuerzo antes de salir al receso, esto ayudará a que sean más activos y cumplan con los requisitos que recomienda la Organización Mundial de la Salud sobre actividad física (30 minutos diarios en menores de 17 años).

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Sobre qué alimentos son los idóneos para que los niños lleven de almuerzo a la escuela, los expertos en salud recomiendan que este debe incluir agua simple y alimentos balanceados: frutas, verduras, cereales, proteínas y lácteos.

Una buena idea de almuerzo para niños puede ser un sándwich de jamón y queso panela, una fruta y un yogur.

 

Vía: Health Library