Tener un buen control de las porciones que comes se convierte en necesidad cuando deseas perder peso.
Hacer un cálculo aproximado del tamaño de una pechuga de pollo en un restaurante o de los cubos de queso en una fiesta podría representar una receta para el desastre, pues puede llevarte a subestimar tu ingesta de cientos de calorías diarias. Y eso puede hacer que tu pérdida de peso sea tan lenta como un caracol.
La clave es que aprendas a reconocer exactamente cómo lucen los tamaños de porción de tus comidas favoritas, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC). Todo lo que necesitas son algunas herramientas de cocina de bajo costo.
Comienza con lo básico: un conjunto completo de cucharas y vasos medidores, que van desde una fracción de una cucharadita hasta llegar a una medida de 2 tazas.
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Lo siguiente es una báscula de alimentos, una forma fácil de pesar alimentos como carne, granos, frutas y verduras. Elige una que tenga una bandeja o taza que se conecte a la base. Si tienes presupuesto para gastar, también existen cucharas y tazones que tienen grabados los tamaños de porción estándar, pero no es necesario que compres accesorios de más.
Ahora comienza a practicar. Primero mide un alimento seco, como nueces o cereal, para visualizar cómo luce una porción de una onza (28 gramos), media taza y una taza. A continuación, vierte la comida en un recipiente que utilices todos los días. Podrías darte cuenta de que has estado comiendo mucho más de lo que pensabas. Haz lo mismo con una bebida como la leche. La mayoría de los vasos tienen mucho más que una porción de 8 onzas (240 mililitros).
Procura mantener tus herramientas al frente y en el centro de tu mostrador de la cocina, y utilízalas para medir todo lo que comes. Recuerda que la práctica hace al maestro. Con lo anterior, aprenderás a reconocer visualmente los tamaños de las porciones, y lograrás mantenerte dentro de tu rango máximo de calorías para perder peso.
Vía: Health Day News