Las pesadillas son algo recurrente en los niños. La gran mayoría de los padres de familia han tenido que consolar a alguno de sus hijos en más de un ocasión ante un mal sueño. Sin embrago, existe un trastorno del sueño que resulta más intenso que las pesadillas, se trata de los terrores nocturnos.

Básicamente, los terrores nocturnos son trastornos del sueño en los cuales una persona (regularmente un niño) se endereza rápidamente durante su sueño en un estado aterrorizado.

Un terror nocturno es parecido a una pesadilla, con la diferencia de que es mucho más intenso. Además, a diferencia de las pesadillas, un terror nocturno no es técnicamente un sueño, sino más bien una súbita reacción de miedo que tiene lugar durante la transición de una fase de sueño a otra.

Este trastorno suele ocurrir entre 2 o 3 horas después de que un niño concilia el sueño, cuando tiene lugar la transición hacia la etapa en que se producen los sueños. Por lo general, esta transición sucede con suavidad, pero en ocasiones un niño se puede agitar y asustarse, y es esta reacción de miedo lo que se denomina terror nocturno.

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Algunas de las características de los terrores nocturnos son:

-El niño puede incorporarse y sentarse en la cama súbitamente y ponerse a llorar o gritar, como si estuviera sumamente angustiado.

-La respiración y el ritmo cardíaco se pueden acelerar.

-Puede empezar a sudar, a agitarse y a comportarse como si estuviera sumamente alterado y asustado.

-Tras un lapso de tiempo (pueden durar entre 10 o 20 minutos), el niño se calma y se vuelve a dormir plácidamente.

-A diferencia de las pesadillas, al día siguiente los niños no tienen ningún recuerdo del terror nocturno, ya que estaban dormidos mientras ocurrió.

-Suelen darse en pequeños de entre 4 y 12 años de edad (aunque hay casos donde se han presentado en bebés de 18 meses). Asimismo, parecen ser un poco más frecuentes en los niños que en las niñas.

Aunque se desconoce la causa exacta de qué es lo que los provoca, aproximadamente el 80% de los niños que experimentan terrores nocturnos tienen un pariente que también los experimentó o que presenta sonambulismo.

Cabe resaltar que aunque estos episodios pueden asustar bastante a los padres que los presencian, no suelen ser un motivo de preocupación ni el signo de un problema de salud integral. No obstante, si un pequeño experimenta terrores nocturnos repetidamente, lo más recomendable es hablar con un pediatra, por si fuera preciso consultar a un especialista en sueño.

 

Vía: Kid’s Health