El cáncer es la principal causa de muerte a nivel mundial, ya que tan solo en 2012 la Organización Mundial de la Salud (OMS) contabilizó 8.2 millones de muertes generadas por este padecimiento en ese año.
Esta enfermedad comienza en una célula normal en cualquier parte del organismo, que ve afectado su ciclo de vida y reproducción causando una rápida multiplicación de células anormales, que crecen por encima de sus límites habituales generando tumores. Cuando estos tumores comienzan a invadir otras partes del cuerpo se le conoce como metástasis, lo que dificulta su tratamiento y puede llevar a la muerte al paciente.
La OMS establece que todos estamos predispuestos a desarrollar este padecimiento por factores genéticos hereditarios, pero estos se potencializan por exposición a radiaciones ultravioleta o ionizantes, químicos como el asbesto, humo del tabaco o arsénico, y por infecciones causadas por diversos tipos de bacterias, virus o parásitos.
Además, el envejecimiento es otro factor crucial en la aparición del cáncer, ya que la incidencia de esta enfermedad crece cuando aumenta la edad de la persona debido a la acumulación de factores de riesgo y a la pérdida de eficacia que tienen los mecanismos de regeneración celular en un cuerpo adulto.
Aunque existen más de cien tipos de cáncer, la OMS establece que los más comunes son el pulmonar, hepático, gástrico, colorrectal, mamario y de esófago.
El cáncer de pulmón generó en 2012 poco más de 1.59 millones de defunciones, por lo que es el más común a nivel mundial. Este tiene dos subtipos: el no microcítico que se reproduce y propaga más lentamente, y el microcítico que se reproduce y propaga de forma rápida en la zona y otras partes del cuerpo.
Sus principales factores de riesgo son el humo de cigarro en fumadores activos o pasivos, exposición al asbesto, polvo de carbón o al gas radiactivo radón. Además de tener alguna enfermedad pulmonar como la tuberculosis.
El cáncer hepático se desarrolla en el hígado y tiene tres tipos: el hepatocelular (más frecuente), metastásico (se genera en otra parte del cuerpo como el pulmón y llega al hígado), y hepatoblastoma que se desarrolla más en la infancia.
Este causó en 2012 cerca de 745 mil muertes y sus principales detonantes son la hepatitis, cirrosis y hemocromatosis.
El cáncer gástrico o también llamado de estómago es difícil de detectar porque generalmente no presenta síntomas, sin embargo, la pérdida de peso, el mal aliento, sangrados inhabituales, diarreas y vómitos con sangre, heces negras, estreñimientos casuales, o sensación ardiente al comer son señales de alarma.
Algunas de las causantes son el consumo de cigarro, alimentación alta en grasas y picantes, anemia perniciosa, gastritis, infecciones estomacales y tener antecedentes familiares de esta enfermedad.
El cáncer de colon o colorrectal se desarrolla en el intestino grueso y es más frecuente en mujeres. Pese a que no se conocen las causas de este mal, algunos factores de riesgo son ser una persona mayor a 50 años, dieta con mucha grasa y carnes rojas, tener antecedentes de pólipos en colon y recto, colitis, obesidad, tabaquismo y diabetes.
Esta afectación se manifiesta cuando el paciente presenta diarreas y estreñimientos continuos, sangre en las heces, molestias abdominales y sensación de cansancio frecuente, así como pérdida de peso.
El cáncer de mama, también conocido como mamario o de seno, se presenta mayoritariamente en personas del sexo femenino, pero también los hombres pueden contraerlo, sin embargo en ellos es más agresivo.
Aunque este padecimiento tampoco presenta causas concretas, tener antecedentes familiares o personales de cáncer de mamá, ser mayor a 50 años, exposición a estrógenos, aumento en la densidad del pecho y abuso de alcohol son factores de riesgo que incrementan la posibilidad de contraer este mal.
Con 521 mil muertes en 2012, este tipo de cáncer es uno de los pocos que presenta síntomas claros y que quien lo padece puede identificar enseguida, como el crecimiento de un bulto cerca de la mama o en el área debajo del brazo o en el cuello, cambio en la forma o tamaño de la mama, secreciones anormales, mucha sensibilidad en la piel de la mama y tener el pezón introducido o invertido en la mama.
Por último, el cáncer de esófago presenta dos tipos principales: el de célula escamosa y el adenocarcinoma, que surge entre las células que unen al esófago con el estómago.
Por mencionar sólo algunos factores de riesgo, este padecimiento se presenta mayormente en hombres que superan los 60 años de edad, que consumen tabaco y alcohol, que tienen virus del papiloma humano (VPH), úlceras estomacales o daño en el esófago por sustancias tóxicas.
Los síntomas son diversos, pero destacan la dificultad para deglutir alimentos, dolor al comer, tos con sangre, náuseas, vómitos y pérdida de peso.
Se pueden tomar diversas acciones para prevenir esta enfermedad. La Organización Mundial de la Salud asegura que el tabaco es el factor más importante, al causar cerca del 22% de las muertes mundiales por cáncer y cerca del 71% de defunciones a nivel global por cáncer de pulmón.
Además, como prevención es necesario llevar una dieta saludable que incluya frutas y verduras, visitar frecuentemente al doctor, evitar el consumo de bebidas alcohólicas y evitar la quema de residuos o combustibles sólidos en casa.
Vía: OMS, Health Library