Además de prevenir la contaminación de suelos, aguas y atmósfera, el uso de residuos caseros para generar composta ayuda a cuidar nuestro jardín. De acuerdo con la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), los materiales idóneos para hacer composta son los desperdicios orgánicos, como cáscaras de huevo, restos de frutas y verduras, tallos frescos y hojas secas, además de abonos verdes.
La dependencia recomienda adecuar la composta en un hoyo cavado —si tienes jardín—, o bien en una bolsa o bote de plástico, cemento, malla de alambre, acero inoxidable o madera.
Recomendaciones
- Coloca en el interior del bote una capa de tierra vegetal.
- Agrega una capa de carbón.
- Mezcla varias capas del resultante de pasto podado con residuos de corteza, podas de tallos jóvenes y papel troceado, en una proporción de 1 a 2. El estiércol y hojarasca seca del año anterior sirve como activador de la fermentación y se puede agregar al material, también en capas alternativas.
- Vigila que no se pudra controlando la fermentación. De vez en cuando, toma un puñado de composta con la mano y apriétalo. Si escurre líquido, corre peligro de pudrirse. Incorpora material seco y dale forma de nuevo.
* Toma en cuenta que cada capa no debe superar los 20 cm. El compostador deberá estar ventilado y con aberturas para que funcione la descomposición. Recuerda que la humedad resulta vital. Considera una temperatura de 40-60ºC, con el fin de eliminar los gérmenes y obtener una composta de calidad.
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¿Qué no debo colocar?
- Excremento de animales domésticos y personas.
- Ceniza y aserrín de madera tratada o aglomerados.
- El polvo resultado de barrer el piso doméstico.
- Cualquier material que no sea orgánico y biodegradable: plásticos, vidrio y aluminio.
- Carne, huesos y pescado, plantas y frutos enfermos o gran cantidad de vegetales podridos, cebollas y ajos.
Si lo haces en primavera-verano, estará listo en 3 meses. En caso de comenzar en invierno, podrás usarlo después de 6 meses. Para ver si ya está en su punto, toma un puñado con la mano. Deberá tener un color marrón o negruzco, olor a bosque y estar frío, debido a la falta de actividad microbiana.
Una vez listo, puedes guardarlo en bolsas o sacos cerrados herméticamente. ¡Aplícalo una vez al año!