Aunque a la mayoría de los niños les llegan a salir erupciones en la piel que causan picor, hay un problema que puede ser un verdadero fastidio, se trata del eccema.

El eccema engloba a una serie de trastornos cutáneos en los cuales la piel se enrojece y se irrita, provocando que algunas veces aparezcan pequeños granitos o ampollas llenas de líquido que se humedecen y supuran.

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La causa más común de esta afección es la dermatitis atópica, la cual puede afectar tanto a lactantes como a niños mayores. Se calcula que aproximadamente 1 de cada 10 niños tiene eccema.

Síntomas

Sus síntomas suelen aparecer durante los primeros meses de vida y casi siempre antes de que el niño cumpla 5 años.

La sintomatología puede variar considerablemente durante las primeras fases, teniendo como principales signos:

-Presentar picor, sequedad y enrojecimiento de la piel.

-Aparición de granitos en mejillas, frente y cuero cabelludo.

-Erupción que se puede extender a las extremidades (brazos y piernas) y el tronco.

-Posible aparición de úlceras rojas y con costras, o lesiones abiertas en las áreas afectadas.

-Desarrollar erupciones circulares, que sobresalen ligeramente sobre la superficie de la piel (estas suelen ser escamosas y se asocian a picor en los pliegues de los codos, detrás de las rodillas, en el dorso de las muñecas y/o en los tobillos).

En varios casos, el eccema entra en fase de remisión y los síntomas desaparecen durante meses o incluso años. En muchos infantes, los síntomas comienzan a mejorar al cumplir 5 o 6 años, aunque en otros casos se pueden experimentar reactivaciones durante la adolescencia y los primeros años de la etapa adulta. La afección no es contagiosa.

Consejos

Aunque los profesionales de la salud consideran que el eccema es un trastorno de base hereditaria, de modo que no hay forma de prevenirlo, recomiendan llevar a cabo las siguientes acciones para evitar que los síntomas aparezcan de forma frecuente:

-Evitar los baños calientes frecuentes.

-Evitar los jabones perfumados.

-Evitar frotar demasiado o secar con fuerza al niño después del baño.

-Evitar vestir al niño con tejidos rasposos o irritantes, como la lana, las fibras sintéticas o los materiales vastos. En su lugar, usar tejidos suaves y transpirables, como el algodón.

-Poner al niño regularmente crema hidratante poco después del baño o la ducha, tras secarlo con suavidad.

-Aplicar compresas frías (como una toallita de algodón mojada en agua fría) sobre las áreas irritadas para aliviar los picores.

-Mantener cortas las uñas para minimizar las lesiones que podrían hacerse al rascarse.

-Hacer que el niño beba abundante agua, lo que contribuirá a que tenga la piel bien hidratada.

 

Vía: Kid’s Health