La exposición prolongada al plomo -mineral de origen natural que se encuentra presente en diversos materiales de construcción- puede provocar serios problemas de salud, principalmente en los niños pequeños.
Aunque el plomo en exceso resulta tóxico para cualquier persona, los bebés que todavía no han nacido y los niños pequeños son más propensos a padecer problemas de salud provocados por una intoxicación.
Esto se debe a que sus cuerpos, de menor tamaño y todavía en proceso de crecimiento, los hacen más vulnerables a la absorción y a la retención de dicho mineral.
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Por ello es importante que las familias -en especial si tienen hijos pequeños- averigüen si existe algún riesgo de que se expongan al plomo, sobre todo si viven en una casa antigua.
Efectos a la salud
La intoxicación por este mineral puede ocasionar diversos problemas en la salud de los niños, entre los que destacan:
-Disminución del crecimiento óseo y muscular.
-Reducción de la coordinación muscular.
-Lesiones en los sistemas nervioso, renal y auditivo.
-Problemas en el habla y el lenguaje.
-Retraso del desarrollo.
-Convulsiones y pérdida de conciencia (en casos de concentraciones muy elevadas).
Señales de alerta
Aunque muchos niños no presentan ningún síntoma en absoluto, los padres deben estar al tanto de las posibles señales de alerta, que son:
-Irritabilidad o problemas de comportamiento.
-Problemas de concentración.
-Dolores de cabeza.
-Pérdida del apetito.
-Pérdida de peso.
-Pereza o fatiga.
-Dolor abdominal.
-Vómitos o nauseas.
-Estreñimiento.
-Palidez por anemia.
-Sabor metálico en la boca.
-Debilidad o dolor en músculos y articulaciones.
-Convulsiones.
Medidas preventivas
La buena noticia es que los padres pueden proteger a su familia, basta con seguir algunas sencillas recomendaciones, como:
1. Verificar el estado de las tuberías. Las tuberías antiguas pueden estar revestidas de plomo (principalmente las de casas construidas antes de 1970).
2. Mantener la casa limpia.
3. Lavarse las manos y limpiar los juguetes de los niños con frecuencia.
4. Mantener limpias las superficies donde suele depositarse el polvo pasando un paño húmedo.
5. Asegurarse de que el calcio y el hierro forman parte de la dieta familiar. Una buena alimentación puede reducir la cantidad de plomo que absorbe el organismo.
6. Mantener a los niños alejados de las calles con tráfico y de debajo de los puentes.
Vía: Kid’s Health