El Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Eventos Vasculares Cerebrales de los Estados Unidos señala que, cuando un paciente llega al hospital dentro de los primeros 60 minutos después de sufrir un derrame cerebral, se pueden evitar complicaciones serias como la discapacidad. Por ello, en caso de un evento de este tipo actuar rápidamente resulta fundamental.
Un derrame cerebral sucede cuando el flujo de la sangre que va hacia el cerebro se detiene o se altera. Debido a ello, una parte de este órgano empieza a morir, pues deja de recibir el oxígeno y los nutrientes que requiere. Esta situación puede producir estado de invalidez (localizada o generalizada) e incluso la muerte, por lo cual un evento de este tipo es considerado una urgencia médica.
Los también llamados eventos vasculares cerebrales se dividen en dos tipos. El más común es el ataque cerebral isquémico que ocurre cuando un coágulo sanguíneo bloquea un vaso. El segundo tipo es el hemorrágico, cuya causa es la ruptura de un vaso que comienza a sangrar hacia adentro del cerebro.
La parálisis y los problemas en la coordinación motora, en el habla y en la visión, son algunos de sus efectos que pueden ir de leves hasta severos. Asimismo, luego de un evento de este tipo, es posible que se sienta dolor y adormecimiento.
Debido a que este suceso afecta el cerebro, la persona que lo está sufriendo podría no darse cuenta de lo que está pasando, razón por lo que la víctima tiene mayores probabilidades de salir adelante si alguien a su alrededor reconoce los síntomas.
Éstos se presentan súbitamente e incluyen: adormecimiento o debilidad en la cara, el brazo o la pierna (especialmente de un lado del cuerpo); confusión y dificultad para hablar o entender; dificultad para ver con uno o ambos ojos; dificultad para caminar, mareo, pérdida del equilibrio o la coordinación y un repentino y fuerte dolor de cabeza sin una causa conocida.
Si alguno de estos síntomas se presenta es necesario acudir a un hospital inmediatamente. Entre más pronto se inicie el tratamiento adecuado (en el tipo más común de ataque cerebral se emplean medicinas que disuelven los coágulos que obstruyen el flujo de la sangre hacia el cerebro) se aumentan las posibilidades de tener una recuperación exitosa o bien, de sobrevivir.
Entre los factores de riesgo que pueden generar un problema de este tipo se encuentra la presión arterial alta, los problemas cardiacos, la diabetes, el colesterol alto y el tabaquismo.
Aunque existen tratamientos que permiten reducir en gran medida el daño, así como rehabilitación que ayuda a superar las discapacidades, es mejor prevenir.
Por ello, mantener controladas las enfermedades que se relacionan con un derrame cerebral y dejar de fumar son medidas capaces de reducir las probabilidades de tener un evento vascular cerebral. Asimismo, es conveniente hacer ejercicio para fortalecer el corazón y mejorar la circulación sanguínea.
Conocer los síntomas de un derrame cerebral y actuar a tiempo puede ser la diferencia entre la vida y la muerte. Nunca se deben ignorar estas señales, aun si la persona se siente mejor momentos después, pues también es posible sufrir un mini-derrame (ataque isquémico transitorio). Esto ocurre cuando el flujo de sangre se detiene brevemente, pero, en la mayoría de los casos, son una advertencia de futuros derrames.
Si presentas algún síntoma, toma las precauciones necesarias y consulta al médico sin dejar pasar tiempo.
Vía: Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Eventos Vasculares Crebrales de los Estados Unidos; Instituto Nacional sobre el Envejecimiento de Estados Unidos; MedlinePlus