A través de un estudio publicado esta semana en la revista The Lancet Public Health, un grupo de investigadores dio a conocer que el cierre de escuelas y lugares de trabajo en la ciudad de Wuhan, China, donde se originó el primer brote de COVID-19, redujo significativamente el número de casos que han ocurrido ahí.
Por ello, los funcionarios de esta y otras naciones han extendido dichas medidas hasta el mes abril, lo que podría retrasar una segunda ola de casos hasta finales de este año, aseguraron los investigadores.
Los expertos afirman que hay lecciones vitales en la experiencia de Wuhan que deben aprender los demás países del mundo.
«Las medidas sin precedentes que la ciudad de Wuhan ha implementado para reducir los contactos sociales en las escuelas y lugares de trabajo han ayudado a controlar el brote», aseguró la líder del estudio Kiesha Prem, de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, en Inglaterra.
«Sin embargo, la metrópoli ahora debe tener mucho cuidado para evitar levantar prematuramente las medidas de distanciamiento físico, ya que eso podría conducir a un pico secundario anticipado en el número de casos», advirtió Prem. En cambio, «si relajan las restricciones gradualmente, es probable que esto retrase y reduzca considerablemente el pico», agregó.
Los cierres retrasaron sustancialmente el pico de la epidemia en Wuhan, el epicentro de la pandemia mundial, y le dieron al sistema de salud el tiempo y la oportunidad de crecer y responder a la crisis, señalan los autores del estudio.
Los investigadores utilizaron modelos matemáticos para simular el impacto de extender o relajar los cierres actuales de escuelas y lugares de trabajo en Wuhan.
Los resultados mostraron que, al levantar estas medidas de control en marzo, podría ocurrir una segunda ola de casos a finales de agosto. Pero mantener estas restricciones hasta abril probablemente retrasaría un segundo pico hasta octubre.
Los investigadores señalaron que, debido a las incertidumbres sobre cuántas personas es probable que infecte una persona con el virus, y cuánto tiempo permanece esa persona infectada, es difícil evaluar el impacto real del levantamiento temprano de los cierres de escuelas y lugares de trabajo en Wuhan.
«Nuestros resultados no serán exactamente iguales en otro país, porque la estructura de la población y la forma en que las personas se mezclan son diferentes», indicó el coautor del estudio Yang Liu, también de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres.
«Pero creemos que una cosa probablemente sí se aplica en todas partes: las medidas de distanciamiento físico son muy útiles, y necesitamos ajustar cuidadosamente su levantamiento para evitar oleadas posteriores de infección cuando los trabajadores y los niños en edad escolar regresen a su rutina normal», enfatizó Liu. «Si tales olas llegan demasiado rápido, podrían abrumar a los sistemas de salud».
El estudio es «crucial para los encargados de formular políticas en todas partes», refirió Tim Colbourn, del Colegio Universitario de Londres, en un editorial acompañante de la revista.
«Dado que muchos países con epidemias crecientes ahora se enfrentan potencialmente a la primera fase del cierre, deben identificarse formas seguras de salir de la situación», apuntó. «Los nuevos modelos específicos de cada país para COVID-19 deberían incorporar pruebas, identificación/rastreo de contactos y cuarentena localizada de casos sospechosos como la principal estrategia alternativa de intervención para el distanciamiento y aislamiento, ya sea al comienzo de la epidemia, si esta es muy pequeña, o después de que se relajen las condiciones de encierro, si estas tuvieran que imponerse, para así evitar la sobrecarga del sistema de salud en una epidemia ya creciente».
Vía: Health Day News