A través de un informe publicado en la revista JAMA Otolaryngology-Head and Neck Surgery, un equipo de médicos reportó que haber realizado una prueba de frotis nasal de COVID-19 antes de una cirugía parece haber desencadenado una liberación de líquido cefalorraquídeo en las cavidades nasales superiores, lo cual es un hecho bastante raro.

El incidente se relacionó con un pequeño espacio en los huesos del cráneo de la mujer, lo que se conoce como encefalocele.

«El hisopo [prueba de COVID-19] en sí no resultó en una violación de la base ósea del cráneo, sino que la prueba invasiva causó un trauma en el encefalocele preexistente de la paciente», reportó el equipo dirigido por el doctor Jarrett Walsh, quien trabaja en el departamento de otorrinolaringología y cirugía de cabeza y cuello de los hospitales y clínicas de la Universidad de Iowa, en Estados Unidos..

Como explicaron los investigadores, millones de personas en todo el mundo están soportando la incomodidad de las pruebas de frotis nasal para el SARS-CoV-2 durante la pandemia. Se cree que estas pruebas producen resultados más precisos que las muestras tomadas más abajo en el tracto nasal, pero su alcance en lo alto de las fosas nasales las hace menos agradables.

En el caso en discusión, una mujer de 40 años se sometió a una prueba de frotis nasal estándar para COVID-19 antes de que le realizaran una cirugía de hernia electiva.

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Poco después de la prueba, experimentó secreción de moco de un lado de la nariz, dolor de cabeza y vómitos. La investigación en el hospital reveló una fuga de líquido cefalorraquídeo o cerebroespinal, un líquido vital que normalmente está sellado para evitar que ingrese a las cavidades nasales.

«Esto representa una complicación verdaderamente rara de esta prueba de diagnóstico crítica y común», comentó el doctor Dennis Kraus, especialista en oído, nariz y garganta y vicepresidente de otorrinolaringología y cirugía de cabeza y cuello en el Hospital Lenox Hill, en Nueva York.

Las pruebas de imagen revelaron la abertura no diagnosticada previamente en el cráneo de la mujer (el encefalocele). Fue esta vulnerabilidad, junto con el «trauma» del hisopo nasal, lo que provocó la fuga de líquido, creen los médicos. En el caso de este paciente, la cirugía oportuna para reparar la abertura en el cráneo detuvo la fuga.

Estos casos son extremadamente raros, subrayaron los expertos. Aunque una persona común no enfrentaría ningún peligro de pérdida de líquido cefalorraquídeo debido a una prueba de hisopo, «una intervención quirúrgica previa [en el área nasal/sinusal], o una patología que distorsione la anatomía nasal normal, puede aumentar el riesgo de eventos adversos asociados con pruebas nasales», señaló el grupo de Walsh.

Por tal razón, deben considerarse tipos alternativos de pruebas de COVID-19 para pacientes que se sabe poseen «defectos en la base del cráneo», o si tienen cualquier historial de cirugías en áreas adyacentes al sitio de prueba con hisopo, recomendaron los expertos.

Según Kraus, el incidente «subraya la necesidad de capacitar adecuadamente a quienes realizan la prueba, así como la importancia de vigilar a los pacientes después de que se hayan realizado la prueba».

 

Vía: Health Day News