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i-yogaActualmente, la práctica del yoga ha dejado el ámbito de lo esotérico para convertirse en una práctica reconocida como una valiosa herramienta terapéutica para el tratamiento de diversas patologías, por ejemplo, el de las adicciones.

El Yoga puede considerarse como la unión del cuerpo con la mente y de la mente con el alma. No obstante, en la actualidad, miles de personas se acercan a la práctica del yoga no solo como un camino espiritual, sino también como un método efectivo de relajación o como una herramienta terapéutica para tratar problemas físicos y emocionales.

Y es que resulta desafiante mantener un estado mental y anímico de presencia y claridad, ya que la tendencia natural como humanos es la de estar distraídos en divagaciones sobre el pasado o ensoñaciones sobre el futuro, mientras se realizan las acciones cotidianas de manera más o menos automática.

Esta dificultad para estar presentes se manifiesta en extremo en los adictos, para quienes el estado “normal” es el de expectación constante y angustiosa del próximo consumo.

La adicción es un problema multidimensional y como tal debe ser abordado a través de un marco teórico y práctico que involucre diversos niveles: cuerpo, mente, emociones, y espíritu.

En este sentido, el yoga ofrece un enfoque y una praxis que puede ser de utilidad ante el problema, ya que su propósito central es lograr un estado de tranquilidad y de lucidez alerta que trascienda los vaivenes de la mente habitual, logrando alcanzar una paz interior consistente.

Así, el artículo Yoga en el tratamiento de adicciones. La experiencia de dos años de práctica de yoga con pacientes del centro de Rehabilitación Takiwasi –en Perú– presenta, desde una mirada experiencial, la utilización de la práctica del yoga como técnica terapéutica complementaria en el tratamiento de adicciones.

El yoga –entendida desde la escuela Hatha Yoga, cuya herramienta principal son las posturas físicas (asanas) y ejercicios de respiración (pranayamas)– se incluyó en el protocolo terapéutico del Centro como una actividad bisemanal y cada paciente que completó el programa de rehabilitación participó de un promedio de 50 sesiones de una hora y media de duración.

La práctica regular de asanas, pranayama y relajación profunda, usualmente integradas en un marco mayor de tratamiento, como en el caso del Centro Takiwasi, induce a la transformación gradual del aumento de la sensibilidad, aumento de la sensación de bienestar, aumento del autocontrol, integración de nuevos intereses a la propia vida y cultivo de actitudes de autocuidado.

A lo largo de la sesión de yoga, la instrucción fundamental es la de estar presente y atento al propio cuerpo, al flujo de la respiración y a los movimientos de la mente-pensamientos, imágenes y emociones. Así, poco a poco el paciente es capaz de apreciar y discriminar las sensaciones placenteras y displacenteras que experimenta en su cuerpo.

A medida que el paciente comienza a conocer su cuerpo, comienza a entenderlo. Los ejercicios practicados regularmente en la sesión de yoga de manera lenta y consciente, comienzan a desarmar los automatismos y poner conciencia en su lugar.

Al reencontrarse con su cuerpo, el paciente comienza a darse cuenta de que no necesita complacerlo de inmediato en sus demandas, y que a veces vale la pena hacer un poco de esfuerzo disciplinado para obtener al final de la práctica una sensación de relajación y bienestar profundos.

De un modo complementario, la voz de la mente poco a poco comienza a abrir espacios de silencio donde el paciente encuentra paz.

El yoga es una herramienta útil para el tratamiento de adicciones ya que involucra a la persona en sus distintos niveles; pero, para ser realmente efectiva, debe realizarse con regularidad y por un período de tiempo significativo, ya que sus efectos más profundos, tales como la revalorización de sí mismo, la reconciliación con el propio cuerpo y encontrar paz interior, no son objetivos a corto plazo.

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Vía: www.academica.mx