Obesidad y nutrición, Salud Mental
La Academia Estadounidense de Pediatría (AAP) señala que las familias suelen detectar los trastornos de la alimentación demasiado tarde, situación por las que actualmente ofrece nuevas pautas para llegar a un diagnóstico más temprano.
«Durante mucho tiempo, los trastornos de la alimentación se consideraron una enfermedad que afectaba principalmente a las adolescentes blancas adineradas», indicó la doctora Laurie Hornberger, autora principal del informe escrito por el Comité de Adolescencia de la AAP y publicado en la revista Pediatrics.
«Hoy sabemos que las niñas y los niños de todas las edades, niveles de ingresos y grupos raciales y étnicos pueden estar luchando contra los trastornos alimentarios», subrayó. «Nuestra esperanza es ayudarlos a contrarrestar el estigma que puedan experimentar y brindarles un entorno para conversaciones abiertas sin que se sientan juzgados».
Los estudios han demostrado un retraso en la identificación de niños y hombres jóvenes con trastornos alimentarios debido a la percepción errónea de que solo afectan a las mujeres. Los comportamientos que indican que un niño o un hombre joven podrían estar experimentando un trastorno de la alimentación incluyen purgarse o tomar suplementos para el desarrollo muscular, así como el abuso de sustancias y la depresión. Su enfoque puede estar en la delgadez, el control del peso y la musculatura.
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«Algunos adolescentes pueden tener hábitos dietéticos que disfrazan los trastornos alimentarios, como aquellos que se vuelven cada vez más restrictivos respecto a la calidad, en oposición a la cantidad, de su consumo de alimentos», explicó la doctora Elizabeth Alderman, presidenta del comité. «Los adolescentes pueden dedicar una cantidad excesiva de tiempo a la planificación de las comidas y experimentar una gran culpa o frustración cuando se interrumpen sus prácticas relacionadas con la comida».
Un pediatra puede diagnosticar el trastorno de la alimentación y referir a los pacientes jóvenes con profesionales de la nutrición y la salud mental para que reciban atención ambulatoria, o a un hospital si son médicamente inestables. La respuesta temprana al tratamiento otorga mejores resultados. Si localmente no hay recursos disponibles, los pediatras recomiendan asociarse con expertos en salud que se ubiquen más lejos para recibir la atención necesaria.
Los pediatras pueden ayudar a las familias a reducir el estigma en torno al peso mediante el uso de un lenguaje sensible y apoyando a los niños de todas las formas y tamaños, destacó la doctora Margo Lane, coautora del informe.
La edad promedio de un niño con un trastorno alimentario es de 12.5 años, revela el informe. Contiene las definiciones más recientes de los trastornos alimentarios, así como la prevalencia estimada de cada tipo, que incluye las categorías de anorexia nerviosa, trastorno por evitación/restricción de la ingesta de alimentos, trastorno por atracón y bulimia nerviosa.
Un informe previó se enfocó en el establecimiento de hábitos saludables con los pacientes y sus familias, en lugar de centrarse en el peso y la dieta. Las recomendaciones incluyen comidas familiares más frecuentes, desalentar la «conversación sobre el peso» y las «burlas en torno al peso» en el hogar, monitorear de cerca la pérdida de peso en los pacientes a los que se aconseja perder peso y promover una imagen corporal saludable.
Vía: Health Day News