El ejercicio físico es una herramienta clave en el manejo del dolor crónico, ya que ayuda a reducir la percepción de dolor y mejora la calidad de vida de quienes lo padecen.

El dolor crónico es aquel que persiste por más de tres meses y afecta a millones de personas en el mundo. A menudo se debe a afecciones como la artritis, fibromialgia, o problemas en la columna vertebral.

Incorporar el ejercicio físico de manera regular no sólo puede aliviar los síntomas, sino también contribuir a la rehabilitación y prevención de nuevas lesiones.

1. Reducción de la inflamación

La actividad física regular ayuda a reducir la inflamación, uno de los principales factores detrás del dolor crónico. Al mover los músculos y las articulaciones, el cuerpo produce una mayor cantidad de endorfinas, sustancias naturales que actúan como analgésicos y reducen la inflamación.

Además, el ejercicio mejora la circulación sanguínea, lo que facilita la eliminación de toxinas y disminuye la presión en áreas inflamadas.

2. Fortalecimiento muscular y mejora de la postura

Muchas personas que experimentan dolor crónico desarrollan debilidad muscular debido a la inactividad. El ejercicio ayuda a fortalecer los músculos que rodean las áreas afectadas, proporcionando mayor soporte a las articulaciones y reduciendo el impacto en los huesos.

Esto es especialmente importante para quienes padecen dolor de espalda o de rodillas. La mejoría en la fuerza y el tono muscular puede corregir la postura y evitar compensaciones que suelen agravar el dolor.

3. Liberación de endorfinas y mejora del estado de ánimo

Las endorfinas son sustancias que el cerebro libera durante el ejercicio, y que actúan como analgésicos naturales, reduciendo la percepción del dolor. Estas hormonas también mejoran el estado de ánimo, lo que es fundamental, ya que el dolor crónico suele estar asociado con la depresión y la ansiedad.

El bienestar emocional que produce el ejercicio puede, a su vez, ayudar a romper el ciclo de dolor y estrés.

4. Aumento de la flexibilidad y movilidad

Ejercicios como el yoga, el pilates y la natación mejoran la flexibilidad y aumentan la movilidad de las articulaciones. Esto permite que las personas con dolor crónico puedan realizar sus actividades diarias con menor incomodidad, evitando la rigidez y mejorando el rango de movimiento, lo cual es clave para reducir el dolor a largo plazo.

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Incorporar ejercicio físico de forma moderada y supervisada por un profesional de la salud puede ser una de las mejores estrategias para controlar el dolor crónico, mejorar la movilidad y devolver a las personas una mayor calidad de vida.

 

Fuente: Mayo Clinic