Los niños que desarrollan hábitos saludables de actividad física tienen un mayor potencial de mantener esos hábitos durante la edad adulta.
Diversos estudios muestran que la actividad física mejora la salud del corazón, promueve la fuerza ósea y muscular y ayuda a mantener un peso saludable.
Denise Woodall-Ruff, pediatra y directora del Centro de Bienestar y Peso Saludable en el Stony Brook Children’s Hospital, señala que estos beneficios del estado físico en los niños pueden traducirse en resultados más saludables al llegar a la edad adulta.
Un gran estudio observacional que incluyó a más de 48,000 mujeres en la posmenopausia descubrió que haber tenido niveles más altos de actividad física durante su niñez se asoció con niveles más altos de actividad durante la edad adulta.
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En concreto, las mujeres que fueron activas cuando eran niñas mostraron niveles más altos de actividad física cuando eran adultas, con un promedio de 2.8 horas equivalentes metabólicas (MET) más por semana que las mujeres que siempre estuvieron inactivas durante la infancia.
Otro estudio encontró que la participación en deportes a los 10 años se asoció con una mayor actividad física a los 42 años. Sin embargo, este estudio también analizó el juego al aire libre a los 10 años como un predictor de la actividad física en la edad adulta y descubrió que, a diferencia de la participación en deportes, el juego al aire libre a los 10 años no se asoció con la participación en actividad física a los 42 años.
Los niños físicamente activos tienen más probabilidades de convertirse en adultos activos y, por lo general, llevan estilos de vida más saludables a medida que envejecen.
Según los expertos, cuando el ejercicio y la actividad física se introducen a una edad temprana, las investigaciones sugieren que la confianza en las capacidades de la persona y el interés en un estilo de vida más saludable, que incluye mantenerse forma, se establecen desde el principio y luego se mantienen por el resto de su vida.
Fuente: Healthline
