Mediante un estudio, un grupo de investigadores descubrió que las personas que beben en exceso, y que además poseen una estructura genética que los pone en mayor riesgo de cirrosis relacionada con el alcohol, pueden tener un riesgo seis veces mayor de desarrollar la enfermedad en comparación con los participantes del estudio que dijeron beber dentro de los límites diarios y tenían una predisposición genética baja a la cirrosis relacionada con el alcohol.

Los investigadores observaron que este riesgo era todavía mayor entre los bebedores compulsivos que también fueron diagnosticados con diabetes tipo 2.

En los casos en los que los tres factores de riesgo estuvieron presentes (beber en exceso, disposición genética y presencia de diabetes tipo 2), los patrones de consumo de alcohol podrían haber desempeñado un papel más importante en el desarrollo de la cirrosis que el volumen de consumo de alcohol.

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Según los autores, esta investigación es clave porque revela que lo importante no es sólo la cantidad que se bebe en general, sino también la forma en la que se bebe. Beber mucho, rápido o beber hasta emborracharse puede tener graves consecuencias para la salud del hígado.
Asimismo, los investigadores destacaron que cada factor aumentaba el riesgo de enfermedad hepática incluso cuando se consideraba de forma aislada.

Por ejemplo, aquellos que bebían en exceso, categorizados como 12 unidades de alcohol al día en algún momento durante una semana determinada, mostraron tres veces más probabilidades de desarrollar cirrosis relacionada con el alcohol.

El riesgo para aquellos con una alta predisposición genética fue cuatro veces mayor, y el riesgo para aquellos con diabetes tipo 2 fue dos veces mayor.

 

Fuente: Medical News Today