Si nos preguntamos cómo surgen los sentimientos, tendríamos primero que hablar de las emociones. Una emoción de acuerdo a Yankovic, B. (2011), es aquella reacción que el ser vivo de manera inmediata tiene ante situaciones que le pueden ser favorables o desfavorables; placenteras o displacenteras, que pone al organismo en alerta de alguna necesidad a cubrir, y lo dispone a satisfacerla, utilizando los recursos y medios que tiene a su alcance para afrontar dicha situación. Un ejemplo de ello, podría ser cuando uno recibe un beso como muestra de cariño de nuestra pareja o de la persona que nos gusta, lo cual comienza a provocar a nivel corporal ciertas reacciones como por ejemplo: una sensación de placer, temblor, aceleración del ritmo cardíaco, enrojecimiento en la cara, una sensación de mariposas en el estómago; y que cuando le ponemos nombre a esas emociones, podemos descubrir el sentimiento que presentamos en ese momento, ya sea que sintamos: alegría, enamoramiento, ternura, entre otros.
Los sentimientos, se puede definir como: “La expresión mental de las emociones; es decir, se habla de sentimientos cuando la emoción es codificada en el cerebro y la persona es capaz de identificar la emoción específica que experimenta: alegría, pena, rabia, soledad, tristeza, vergüenza, etc. “(Yankovic, B., 2011, p.2). Sin embargo, considerar a los sentimientos como sólo fenómenos mentales nos aleja de ver al ser humano desde una perspectiva holística es decir, como una totalidad en su conjunto, no como aspectos separados, sino interdependientes entre sí. Tener una visión holística del ser humano, significa considerar a las personas, tomando en cuenta todas sus dimensiones: física, intelectual, social, emocional, espiritual y religiosa. Por lo que debemos considerar que los sentimientos y toda nuestra vida afectiva, incluyen también una experiencia somática, tal y como lo señala Kepner, J.(2006).
Las Teorías de la sensación y fisiológicas, identifican a las emociones como algo que sentimos y que se manifiestan a través de una acción, como cuando nos sobrecogemos, o cuando sentimos alguna agitación en el cuerpo, que son discernibles, tienen una ubicación específica en el cuerpo y tiene una determinada duración. Esta teoría parte de la hipótesis de que toda emoción tiene como base una sensación y una percepción. Estas emociones ocurren siempre en relación con el ambiente, y ocurren antes que los sentimientos. “Esto implica que para generarse una emoción hay que percibir los cambios que ocurren en el cuerpo a nivel fisiológico y su relación con la interpretación cognitiva de la vivencia presente del sujeto […] La reacción fisiológica es entonces central para la emoción” (Muñoz, M., 2013, p. 13).
Retomando el ejemplo del beso, existe una diversidad de reacciones fisiológicas ante ese evento que comienzan en el cerebro, en el cual se desencadenan una serie de reacciones bioquímicas que producen la liberación de diferentes neurotransmisores como: dopamina (neurotransmisor que favorece el movimiento, la memoria, atención, cognición, humor, aprendizaje, además de estar involucrado en el sistema de recompensa agradable, entre otros), endorfinas (tienen un efecto analgésico, de placer y favorece la aparición de emociones), adrenalina y noradrenalina (las cuales aceleran la presión arterial y el ritmo cardíaco), oxitocina (hormona que despierta la necesidad de la unión con el otro) y testosterona (la cual activa el deseo sexual).
Algunas de las sensaciones implicadas en el sentimiento de tristeza, se encuentran: pesadez en el pecho, tensión en el diafragma, contracción de la garganta, ojos llorosos; mientras que cuando uno presenta una sensación de excitación, las sensaciones son diferentes: elevación del pecho, temblor en el estómago, hormigueo en brazos y piernas.
En terapia Gestalt diríamos que el fenómeno llamado “sentimiento” es en realidad un todo que implica sensaciones corporales, fenómenos mentales como las imágenes y el pensamiento (expresión verbal del sí mismo), movimientos y el entorno; pero es claro que una parte significativa de este todo son las sensaciones físicas. (Kepner, J., 2006, p. 13).
Por su parte, Haudiquet, X. (2014), señala que en la actualidad, ya no tienen sentido la separación cuerpo/mente, pues está demostrada la interacción entre ambas, y sólo así se puede explicar la complejidad del funcionamiento del organismo; siendo que el ser humano es más que la suma de sus partes, por lo que no debemos quitarle la importancia a nuestras sensaciones corporales, ya que ellas son indicadores del estado interno de una persona.
Lo anterior nos lleva a la invitación a revisar nuestras sensaciones corporales, quedarnos un tiempo poniendo atención a las mismas conforme se vayan presentando, lo que nos va a permitir identificar nuestras emociones, para posteriormente darles un significado, un sentido; descubriendo con ello nuestros sentimientos y por lo tanto, las necesidades asociadas a ellos, impulsándonos a revisar los recursos o medios con los que contamos para satisfacer dicha necesidad.
El sentir corporal, la sensación y las manifestaciones del cuerpo son grandes indicadores del estado interno de una persona […] Si tomo consciencia de mi nudo en el estómago, puedo darme cuenta de que tengo miedo. Si me doy cuenta del cansancio en mi cuerpo, puedo decidir ir a la cama, o disminuir mi ritmo de trabajo o tomar unas vacaciones. Si me percato de un pesar en el pecho o de alguna presión en el corazón, puedo permitirle a mi tristeza salir a flote y quizás buscar algún consuelo. (Haudiquet, X., 2014, p.39-40).Como señala Haudiquet, X. (2006), los sentimientos son como una brújula que nos permiten orientarnos en el mundo que nos rodea.
Del mismo modo, Muñoz, M. 2013, hace una recopilación de emociones primarias, mencionadas por algunos autores como: Descartes, Watson, Tomkins y Eckman, Putchnik y Macías Valadez, entre otros como se muestra en el Cuadro 2, así como de sentimientos como se muestran en el Cuadro 3 y 4.
Es impresionante ver que a pesar de la cantidad de emociones y sentimientos existentes, sólo ocupamos unos cuantos para describir cómo nos encontramos en un momento dado.
Referencias:
- Haudiquet, X. (2014). El lugar del cuerpo en el enfoque centrado en la persona. Fondo y figura (36), 37-56.
- Kepner, J. (2006). Proceso corporal. Un enfoque Gestalt para el trabajo corporal en psicoterapia. México, D. F.: Manual Moderno.
- Muñoz, M. (2013). Emociones, sentimientos y necesidades. Una aproximación humanista.
- México: Talleres de Castellanos Impresión, SA de CV.
- Yankovic, B. (Septiembre de 2011). Educativo. Utalca. Recuperado el 20 de abril de 2015, de http://www.educativo.utalca.cl/medios/educativo/profesores/basica/desarrollo_emocion.pdf