¿Por qué algunas personas son más creativas que otras?

Varios autores han propuesto dos tipos de pensamiento cuya existencia ha sido probada mediante evidencia científica: el pensamiento convergente y el divergente.

Pensamiento convergente: Estilo cognitivo característico por su linealidad y manejo lógico de la información para llegar a una sola respuesta correcta. Ejemplos de ello es la resolución de una operación matemática, la solución de un crucigrama, la solución de un laberinto, entre otros. Este tipo de pensamiento se orienta a soluciones convencionales y basadas en la evidencia de conocimientos previos.

Pensamiento divergente: Pensamiento atemporal y simbólico que no responde necesariamente a las reglas de la lógica. Permite encontrar respuestas nuevas y originales para un mismo problema. Como podrás imaginar, este tipo de pensamiento es el que predomina en las personas que consideramos “creativas”.

En la sección “Cómo funciona el cerebro” hablamos de la especialización de los hemisferios cerebrales (izquierdo–análisis y reconocimiento de eventos seriales; derecho–habilidades visoespaciales y síntesis). En pocas palabras, podríamos decir que el pensamiento convergente reside en el hemisferio izquierdo y el divergente en el hemisferio cerebral derecho.

Sin embargo, el pensamiento creativo depende necesariamente de la acción conjunta y complementaria de los dos hemisferios cerebrales. Seguro te preguntaras por qué, a continuación te lo explicamos:

Un poco más arriba hablamos de que la creatividad se podía describir como la capacidad de organizar y unir la información existente en formas nuevas y originales, así como de pensar más allá de las ideas cotidianamente admitidas. En esto obviamente participa el hemisferio derecho, pero para que estas ideas sean útiles y aplicables a la realidad, deben ser organizadas y estructuradas por el pensamiento convergente del hemisferio izquierdo. Los hemisferios cerebrales se conectan y comunican entre sí mediante el cuerpo calloso, que funciona como puente para integrar la información de cada uno de los hemisferios en un todo.

Otra parte del cerebro fundamental para el pensamiento creativo es el lóbulo prefrontal, que como vimos con anterioridad es el encargado de dirigir el comportamiento, la voluntad, el juicio social y moral, la planificación, la focalización, la memoria de trabajo, la atención entre muchas otras funciones y su actividad dará lugar a un tipo de pensamiento autodirigido que llamaremos pensamiento deliberado, el cual se refiere a la organización lógica de la información. Que proviene de las diferentes áreas del cerebro. Esto da lugar al pensamiento inteligente, persistente y dirigido a crear una solución adecuada para determinada situación. Pero, esto suena más parecido al pensamiento convergente, ¿no es así?

Algunos teóricos, como Martindale, C. (1999, Biological Bases of Creativity), proponen que el proceso creativo se origina gracias a una hipoactividad del lóbulo prefrontal, lo que permite una mayor fluidez entre las ideas y conexiones más variadas y originales gracias a la poca represión de las ideas social y moralmente preconcebidas que dependen de la actividad de esta área.

Muchos inventores, científicos y artistas han encontrado la inspiración que necesitaban para solucionar un problema dado en un momento de extrema relajación o en alguna etapa del sueño, en la que la actividad del lóbulo prefrontal se encuentra disminuida. A este tipo de pensamiento se le conoce como pensamiento espontáneo.

La realidad es que el lóbulo prefrontal participa de estas dos maneras en el proceso creativo: el pensamiento espontáneo es organizado y puesto en marcha por procesos relacionados con el pensamiento deliberado.

¿Qué tiene esto que ver con las drogas de abuso?

Muchos artistas como Jimmy Hendrix (murió por una sobredosis de alcohol y barbitúricos), Jim Morrison (sobredosis de heroína), John Bonham (murió al ahogarse con su propio vómito después de ingerir grandes cantidades de alcohol), Michael Hutchence (se suicidó tras ingerir un coctel de drogas médicas), Bob Marley (murió de cáncer por fumar marihuana), Roger Keith Barrett (murió de cáncer después de vivir años enteros en casa de sus padres, aislado del mundo exterior; el abuso de LSD y otras drogas en su juventud desencadenó una esquizofrenia que le impidió valerse por sí mismo la mayor parte de su vida), entre muchos otros, han defendido la idea de que las drogas desencadenan la creatividad en diferentes áreas y son una ventana directa a su mundo interior.

Pero la realidad no es que las drogas vuelvan a alguien más o menos creativo, sino que como hemos comentado en otras secciones, algunas drogas disminuyen de forma importante la actividad del lóbulo prefrontal, lo que favorece el pensamiento espontáneo: al bloquear el juicio, la moral y el pensamiento social y moralmente establecido, se permiten conexiones más ilógicas, raras y originales entre las ideas y conocimientos ya almacenados previamente en el cerebro, lo que permite la creación innovadora.