Mantener frutas y verduras frescas por más tiempo no sólo ayuda a reducir el desperdicio, sino también a ahorrar dinero y disfrutar alimentos más saludables. Aquí te compartimos cinco consejos prácticos para lograrlo.

1. Clasifica y almacena correctamente

Cada fruta y verdura tiene necesidades específicas de almacenamiento. Por ejemplo:

  • En el refrigerador: Lechugas, espinacas, zanahorias y brócoli.
  • A temperatura ambiente: Plátanos, tomates, papas y cebollas.
  • Separadas: Las frutas como manzanas, peras y plátanos emiten etileno, un gas que acelera la maduración. Guárdalas lejos de vegetales que puedan deteriorarse rápidamente, como las hojas verdes.

2. Usa bolsas o envases adecuados

  • Guarda las verduras de hoja verde (lechuga, espinaca) en bolsas perforadas o envueltas en papel absorbente dentro de un recipiente hermético. Esto ayuda a mantener la humedad controlada y evita que se pudran.
  • Los aguacates verdes maduran más rápido si los colocas en bolsas de papel, mientras que en el refrigerador se conserva su estado por más tiempo.

3. Lava solo antes de consumir

La humedad excesiva fomenta el crecimiento de moho y bacterias. Por eso, es mejor lavar frutas y verduras justo antes de usarlas. Si necesitas lavarlas antes, asegúrate de secarlas completamente antes de guardarlas.

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4. Optimiza la humedad en el refrigerador

Aprovecha los cajones del refrigerador diseñados para frutas y verduras. Ajusta los controles de humedad si los tiene:

  • Humedad alta: Para hojas verdes, brócoli y zanahorias.
  • Humedad baja: Para frutas y verduras que no necesitan tanta humedad, como manzanas, pimientos y calabacines.

5. Revisa regularmente y organiza

Revisa el estado de tus frutas y verduras cada pocos días. Retira cualquier pieza que muestre signos de deterioro, ya que esto puede acelerar el daño de las demás. Además, coloca las más antiguas al frente para consumirlas primero.

Con estos simples consejos, podrás prolongar la frescura de tus frutas y verduras y disfrutar de una alimentación más saludable. ¡Tu cocina y tu bolsillo te lo agradecerán!

 

Fuente: UC Davis Food Safety