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Los alimentos fermentados pueden parecerte otra moda para conservar una buena salud, pero un pequeño estudio publicado en la revista Cell sugiere que podrían ayudar a lograr un equilibrio más saludable en las bacterias intestinales del cuerpo.

En este trabajo que evaluó a 36 personas, los investigadores encontraron que aquellas asignados al azar a comer muchos alimentos fermentados, como yogur, kimchi y kombucha, mostraron un aumento en la diversidad de su «microbioma» intestinal.

El microbioma se refiere a la vasta colección de bacterias y otros microorganismos que habitan naturalmente en el intestino. La investigación en los últimos años ha revelado cuán importantes son esos microbios para los procesos normales del cuerpo, desde el metabolismo y la síntesis de nutrientes hasta las defensas inmunitarias y la función cerebral.

Todavía hay mucho que aprender sobre lo que constituye un microbioma «saludable», comentó el investigador principal Justin Sonnenburg, profesor asociado de la Universidad de Stanford, en California.

«Pero en términos generales, se cree que una mayor diversidad es más saludable», agregó.

Esto se basa, en parte, en investigaciones que muestran que las personas con obesidad o enfermedades como la diabetes y la colitis tienden a tener microbiomas menos diversos que las personas sanas.

Además, según Sonnenburg, los científicos han encontrado una diversidad de microbiomas mucho mayor entre ciertas poblaciones indígenas que todavía viven estilos de vida preindustriales y, por lo general, no sufren enfermedades modernas como obesidad u obstrucción de las arterias cardíacas.

La composición del microbioma de cualquier persona está influenciada por muchas cosas, incluyendo los genes, las condiciones de salud, el estrés y el uso de medicamentos (en particular de antibióticos). Pero la dieta se considera un factor clave.

Y la dieta occidental típica, rica en alimentos procesados ​​y baja en alimentos vegetales «integrales», tiene «muchas deficiencias» que podrían dar lugar a un microbioma menos diverso, indicó Sonnenburg.

Por tal motivo, el experto y sus colegas están estudiando varias formas de cambiar eso.

Para este último ensayo, asignaron al azar a 36 personas para aumentar su ingesta de alimentos fermentados o ricos en fibra durante 10 semanas.

El primer grupo comió mucho yogur, requesón fermentado, bebidas como kombucha y kéfir, y verduras fermentadas como kimchi y chucrut. Mientras tanto, los del grupo de alto contenido de fibra se centraron en frijoles, frutas y verduras, cereales integrales y frutos secos.

Al final, el grupo de alimentos fermentados mostró un aumento en la diversidad de su microbioma intestinal, según sus muestras de heces. Por el contrario, no hubo tal cambio en el grupo de alto contenido de fibra, informaron los investigadores.

Los alimentos fermentados también parecían tener un beneficio adicional: una reducción en los marcadores sanguíneos de inflamación en todo el cuerpo. Se cree que esta inflamación crónica de bajo nivel contribuye a muchas enfermedades diferentes.

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Sin embargo, no está claro si el microbioma alterado fue el responsable de reducir la inflamación, mencionó Sonnenburg.

«Estas cosas podrían haber sucedido en paralelo», apuntó.

Es sorprendente que el cambio en el microbioma haya ocurrido en tan solo 10 semanas, destacó Colleen Tewksbury, investigadora de la Facultad de Medicina Perelman de la Universidad de Pensilvania, en Filadelfia.

«Es un período de tiempo tan corto que ver este tipo de cambio es bastante asombroso», añadió la experta, quien también es portavoz de la Academia de Nutrición y Dietética de Estados Unidos.

Durante la fermentación, los alimentos están expuestos a bacterias o levaduras que convierten el azúcar en alcohol o ácidos, lo que les otorga ese distintivo sabor ácido.

Por lo tanto, es lógico suponer que los microbios en esos alimentos simplemente se «atrincheran» en el microbioma intestinal, refirió Sonnenburg.

Pero eso no es lo que descubrieron los investigadores. Más bien, parecía que los alimentos fermentados podrían haber provocado un cambio en la «comunidad residente» de microbios del intestino, explicaron los autores.

¿Por qué los alimentos ricos en fibra no hicieron lo mismo? Sonnenburg dijo que es posible que 10 semanas no sean lo suficientemente largas.

Una vez más, la dieta occidental podría ser la culpable. Investigaciones previas sugieren que este régimen de alimentación puede agotar los microbios de tu intestino que «degradan la fibra», dijo Sonnenburg.

Y en este trabajo, las muestras de heces de los participantes indicaron que gran parte de su fibra dietética no estaba siendo procesada por sus bacterias intestinales.

Es posible que con más tiempo, el microbioma se adapte a una mayor ingesta de fibra, puntualizó el experto.

Nadie está sugiriendo que los alimentos fermentados sean una fórmula mágica que simplemente se pueda incorporar a tus hamburguesas y papas fritas. Y Tewksbury advirtió que este ensayo no analizó los resultados de salud ni evaluó los cambios en la dieta para controlar afecciones médicas específicas.

Tanto ella como Sonnenburg enfatizaron la importancia de las dietas ricas en alimentos vegetales cargados de nutrientes y bajas en alimentos procesados. Los alimentos fermentados pueden ser parte de eso.

Sin embargo, Tewksbury aconsejó revisar las etiquetas, pues los azúcares añadidos pueden estar al acecho en algunos productos.

 

Fuente: Health Day News