Para muchos de nosotros, los refrigerios o «snacks» son parte de la vida diaria. Por ejemplo, una encuesta en Estados Unidos reveló que el 75% de las personas comen refrigerios a diario y muchos reemplazan comidas como el desayuno o el almuerzo con un bocadillo.

El hecho de comer algo entre comidas no es necesariamente un problema. El problema ocurre cuando los bocadillos son demasiado grandes o se comen con demasiada frecuencia, especialmente si los que se eligen son alimentos poco saludables que ofrecen poco valor nutricional, como papas fritas, galletas y otros alimentos procesados ​​con alto contenido de azúcar, sal, granos refinados y grasas no saludables. Cuando elegimos estos alimentos, perdemos la oportunidad de darle a nuestro cuerpo los alimentos integrales y ricos en nutrientes que necesita.

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Cuando elegimos cantidades razonables de los alimentos adecuados, comer un snack puede prevenir las caídas de energía que nuestro cuerpo puede experimentar si pasamos varias horas entre comidas. También puede ayudar a controlar el apetito al prevenir los antojos poco saludables. Y si se hacen bien, los bocadillos pueden brindarle a nuestro cuerpo ráfagas adicionales de nutrientes, sobre todo cuando elegimos refrigerios como fruta fresca o frutos secos.

 

Fuente: Harvard Medical School