El antibiótico azitromicina, que es ampliamente recetado por los médicos, actualmente está bajo investigación como un tratamiento para la COVID-19, sin embargo, un estudio reciente publicado en la revista JAMA Network Open advierte que podría aumentar el riesgo de problemas cardíacos.
Los investigadores analizaron datos de millones de pacientes en Estados Unidos, quienes tenían una edad promedio de 36 años. De esta forma, descubrieron que la azitromicina por sí sola no está asociada con un aumento de los problemas cardíacos.
Pero el riesgo aumentó si se tomaba junto con otros medicamentos que afectan el funcionamiento eléctrico del corazón.
«Nuestros resultados deberían ayudar a que los investigadores y médicos que investigan la azitromicina como un tratamiento potencial para la COVID-19 detengan su uso», indicó el autor del estudio Haridarshan Patel, investigador de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Illinois, en Chicago.
«Descubrimos que si se toma junto con medicamentos que afectan los impulsos eléctricos del corazón, la combinación está relacionada con un aumento del 40% en los eventos cardíacos, incluidos desmayos, palpitaciones e incluso un paro cardíaco», explicó el experto.
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En 2012, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) advirtió que la azitromicina se había relacionado con eventos cardíacos, pero la investigación arrojó resultados mixtos.
Los estudios previos que examinaron la azitromicina y los problemas cardíacos involucraron a grupos que tienden a ser mayores y con más problemas de salud. Cabe destacar que el trabajo analizó una amplia gama de pacientes, mencionaron los autores.
Los medicamentos que afectan los impulsos eléctricos del corazón se denominan fármacos que prolongan el intervalo QT. Estos incluyen medicamentos para la presión arterial como los inhibidores de la ECA y los betabloqueadores, algunos antidepresivos, medicamentos contra la malaria como la hidroxicloroquina, medicamentos opioides e incluso relajantes musculares.
En un estudio anterior, el equipo de Patel descubrió que 1 de cada 5 personas a las que se les recetó azitromicina también estaban tomando un fármaco que prolongaba el intervalo QT.
«Debido a que los medicamentos que prolongan el intervalo QT se usan con tanta frecuencia, nuestros hallazgos sugieren que los médicos que recetan azitromicina deben asegurarse de que los pacientes no estén tomando también un medicamento que prolonga el intervalo QT», finalizó Patel.
Vía: Health Day News