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Las mujeres embarazadas que reciben una epidural para aliviar su dolor durante el trabajo de parto no son más propensas que otras a tener hijos con autismo, así lo revelaron dos nuevos estudios publicados en la revista Journal of the American Medical Association.

Investigaciones previas encontraron que esta práctica puede aumentar el riesgo de autismo en la descendencia, pero ambos estudios deberían poner fin a esta preocupación para siempre, señalaron los autores.

«Las madres y padres pueden estar seguras y seguros de que no existe un vínculo entre el uso de epidurales y el trastorno del espectro autista (TEA); y según la evidencia actual, el riesgo de TEA no necesita tomarse en cuenta en la decisión de usar o no epidurales durante el trabajo de parto», señaló la doctora Cynthia Wong, directora del departamento de anestesia de la Universidad de Iowa, en Iowa City, y coautora de un editorial acompañante de una de las investigaciones.

El TEA, que afecta aproximadamente a uno de cada 54 niños en Estados Unidos, es un término general para una variedad de trastornos del desarrollo que afectan la capacidad de comunicarse y relacionarse con los demás, indican los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC).

El primer estudio analizó el riesgo de autismo en cerca de 480,000 niños daneses, incluido el 19% cuyas madres recibieron una epidural durante el trabajo de parto. No hubo un vínculo entre la epidural y el riesgo de autismo en los niños después de aproximadamente siete años de seguimiento.

«Tomando en cuenta la evidencia actual, es mi opinión como médico que la aplicación de la epidural durante el trabajo de parto no causa autismo en los niños», aseguró el doctor Anders Mikkelsen, investigador del Hospital Universitario de Copenhague – Rigshospitalet. «La epidural de trabajo de parto generalmente se considera segura y más efectiva que otros métodos para aliviar el dolor durante el parto».

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Los riesgos de desarrollar autismo son genéticos y ambientales, destacó Pamela Feliciano, directora científica de SPARKforAutism.org, parte de la Iniciativa de Investigación del Autismo de la Fundación Simons en Ridgewood, Nueva Jersey.

«Este estudio, realizado en casi medio millón de bebés nacidos durante más de una década, muestra que las epidurales claramente no están asociadas con un mayor riesgo de autismo», subrayó Feliciano, quien no tiene vínculos con la investigación.

«Los resultados de este trabajo ayudarán a los médicos a comunicar de forma más eficaz esta falta de riesgo a los padres preocupados», añadió.

En el segundo informe, mujeres de Columbia Británica, Canadá, que recibieron una epidural durante el trabajo de parto mostraron un pequeño aumento en el riesgo de tener un hijo con autismo, pero los autores dijeron que no podían controlar por completo todos los demás factores que pueden aumentar las posibilidades de que un niño desarrolle TEA. Estos incluyeron antecedentes de presión arterial alta, partos más prolongados, mayor probabilidad de parto inducido, uso de antibióticos y mayores probabilidades de que el bebé pasara tiempo en la unidad de cuidados intensivos neonatales.

Cuando los investigadores observaron a las madres que tuvieron dos o más bebés durante el período de estudio y compararon cada uno de sus trabajos de parto y partos con los anteriores, este riesgo desapareció.

«Este es un hallazgo tranquilizador que sugiere la ausencia de una asociación importante entre el uso de la epidural durante el trabajo de parto y el parto y el trastorno del espectro autista», enfatizó Gillian Hanley, profesora asistente de obstetricia y ginecología en la Universidad de Columbia Británica, en Vancouver, y coautora del estudio.

 

Fuente: Health Day News