Casi todas las personas con autismo poseen dificultades de comunicación y problemas con el lenguaje hablado. Esto es cierto incluso para aquellas que no tienen retrasos en el habla ni dificultades con la pronunciación.
Lo anterior se debe a que el lenguaje hablado implica más que el uso de palabras, ya que variamos nuestro tono, volumen, tempo y ritmo en nuestro discurso para transmitir diferentes significados. Tales cambios se denominan «prosodia», e incluso las personas con autismo cuyas necesidades de apoyo son mínimas podrían no reconocer realmente estos patrones lingüísticos para captar lo que se dice o evitar hablar de una manera que pueda malinterpretarse.
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Cuando las personas con autismo utilizan el lenguaje hablado, normalmente lo hacen de forma bastante literal. Como resultado, el lenguaje que se utiliza con sarcasmo, ironía, modismos, metáforas y símiles puede pasarles por alto, al igual que las diferencias sutiles en el significado.
Esto es fácil de entender porque la prosodia se aprende mediante observación e imitación más que mediante instrucción. Las personas con autismo rara vez aprenden habilidades de comunicación social únicamente mediante la imitación.
Si no se les enseñan activamente las reglas de la prosodia que se dan por sentadas entre las personas neurotípicas, es posible que nunca las aprendan.
Aunque existen reglas de prosodia, rara vez se expresan en voz alta. También pueden variar según la situación o el entorno cultural. Muchas personas con autismo requieren de la enseñanza activa de las habilidades de prosódica.
Fuente: Very Well Health